¡Dejen en paz la naturaleza!

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Por: Heidy Murillo Quesada*


"Para sobrevivir en el siglo XXI necesitamos una ética diferente a la del pasado, que reconozca nuestra interdependencia, que entienda que somos responsables unos por otros (...) Es una ética sin la cual la globalización económica, por exitosa que pueda ser creando bienestar material, no hará más que agudizar las angustias de nuestra especie". Fueron las palabras del presidente Oscar Arias en el 2005. Sin embargo, aunque la idea aún es válida y vigente, vemos cómo después del referéndum el pensamiento del Nobel no concuerda con su accionar.

Ante la realidad insostenible, que muy bien se plasma en el documento conceptual de la Iniciativa de Paz con la Naturaleza, donde se nos responsabiliza de ser generadores y víctimas de problemas ambientales como el calentamiento global, el agotamiento de la capa de ozono, la pérdida de biodiversidad, la desertificación, la falta de agua para atender las necesidades humanas y de los ecosistemas, la sobre-pesca, la contaminación de los mares y de las cuencas hidrológicas, la deforestación, la pérdida y el deterioro de los suelos, la acumulación de materiales tóxicos y peligrosos, y muchos otros más; observamos cómo la realidad de la gestión gubernamental emite políticas que profundizan los daños.

Grandes ejemplos se pueden palmar en la realidad cuando vemos cómo se pretende un tipo de privatización del agua en las comunidades de Sardinal y Barva. Al igual que se promueve la intervención lucrativa por medio de una propuesta pseudo mejorada de la ley de recurso hídrico, que no solo fomenta la lógica mercantilista si no también pretende enterrar el derecho de todas y todos los costarricenses de participar en la toma de decisiones que le afecten.

Buscan sembrar cinco millones de árboles, sin certeza de cuántos de ellos alcanzarán la madurez, más sin embargo promueven la corta de más de cien mil árboles en bosques para realizar una explotación minera en Crucitas, sin contar el uso de más de treinta mil litros de agua por hora.

Una y otra vez, reclaman respeto a la voluntad popular que favorece sus intereses, más sin embargo pretenden omitir la plasmada en plebiscitos locales que rechazan la destrucción del Río Pacuare con hidroeléctricas.

Se rasgan las vestiduras por el deterioro de los suelos y la desertificación de los mismos, pero hacen caso omiso al clamor de las comunidades que sufren con la contaminación del agua causada por monocultivos de piña, que hoy alcanza más de treinta mil hectáreas. ¿La desaparición de bosques para promover esta explotación, acaso no contribuye con el cambio climático?

Les oímos preocupados por la biodiversidad, sin embargo promueven patentización de las semillas y microorganismos, creando monopolios y homogenizando la producción; y con ello comprometen nuestra soberanía alimentaria y el acceso de nuestros campesinos por los altos precios, que en algunos países ha representado más del treinta porciento del costo de los productos.

Algunos hasta parceleros del IDA en playas de alta biodiversidad y belleza paisajística; pero promueven flexibilización de normas ambientales para favorecer intereses económicos particulares en detrimento de las comunidades y el ambiente, como la reforma de la ley de marinas, que hasta permitiría una concesión antes de saber si es un proyecto ambientalmente viable.

En fin, son muchas las contradicciones que, a un año de Paz con la Naturaleza, nos hacen suponer que estamos viviendo una guerra, Lo que da pie para que se consideres que el nombre correcto de la iniciativa del gobierno debería ser: Descanse en paz la naturaleza.




* Presidenta
Federación Costarricense para la conservación de la naturaleza (FECON)


El énfasis es nuestro

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