Tregua y equilibrio

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  • Los medios cómplices del gobierno violando todo principio de equilibrio informativo y responsabilidad social, cumplieron muy bien con el papel y en la tregua transformaron los formatos periodísticos en clara propaganda cuyo objetivo era inculcar la idea de la no renegociación que reforzaba la duda y fortalecía la angustia y la incertidumbre por el futuro

Por Marco Tulio Araya B*

Ahora resulta que La Nación se hace la víctima por las críticas que diferentes sectores están haciendo a algunos medios por la violación de la “tregua” emitida por el Tribunal Supremo de Elecciones. Utilizando una serie de sofismas trata de justificar el irrespeto a las reglas establecidas y hasta tiene el atrevimiento de convertirse en el adalid de otros medios que también fueron irreverentes.

El primer sofisma es confundir deliberadamente “publicidad” con “propaganda” haciéndolas aparecer como si fueran la misma cosa cuando son conceptos bien distintos. La publicidad, que incluye anuncios, campos pagados y otras acciones proselitistas tiene como objetivo la venta de productos y servicios. La propaganda es la difusión de ideas y doctrinas, viene del concepto “propagar por acodo”, es decir, extender la planta madre.

En la segunda guerra mundial la propaganda era transmitida por los medios difundiendo ideas que fueron adoctrinando a la gente que terminaba tomando partido por sugestión y no por conciencia. La propaganda era elaborada por equipos interdisciplinarios de profesionales expertos en el manejo de las masas.

En este aspecto la psicología y sociología de masas conocen muy bien lo descubierto por Pavlov: cuando las personas están dominadas por la angustia y la duda provenientes de situaciones que le sobrepasan, entonces desarrollan en sí mismos sentimientos de impotencia y culpabilidad y se convencen de que deben dejar sus destinos en manos de otras personas mas poderosas.

La estrategia del gobierno y los medios de comunicación coautores y ejecutores del adoctrinamiento utilizando la propaganda como si fuera periodismo, queda al desnudo.

En relación al TLC la gente estaba insegura, tenía muchas dudas, el tema lo sobrepasaba por complejo y tenía encima la responsabilidad de decidir. Lo que hacía falta para completar el cuadro clínico de Pavlov, era meterle miedo hasta que cayera en la angustia y desarrollara sentimientos de impotencia y hasta de culpa. La estrategia propagandística se fue ejecutando y culmina precisamente en la “tregua” cuando crece la incertidumbre y la angustia porque se acerca la fecha de tomar la decisión.

Entonces la gente, para justificar su nulidad, está lista para responder a la llamada del héroe por ejemplo de Franklin Chang y de Jorge Manuel Dengo; está lista para seguir a personas más poderosas, por ejemplo a Anabel González o Alberto Trejos que fueron los negociadores o al mismo Presidente que representa poder; también la gente está preparada para creer como cierto cualquier mito, más si viene de otros poderosos como el gobierno de Estados Unidos y avalado por otro medio como la CNN que hizo en la tregua entrevistas con “profesores expertos de universidades” orientadas a influir en votar por el SI.

Los medios cómplices del gobierno violando todo principio de equilibrio informativo y responsabilidad social, cumplieron muy bien con el papel y en la tregua transformaron los formatos periodísticos en clara propaganda cuyo objetivo era inculcar la idea de la no renegociación que reforzaba la duda y fortalecía la angustia y la incertidumbre por el futuro.

La “tregua” es el espacio sagrado que busca “desintoxicar” al pueblo de información influyente en el proceso político que está viviendo para que pueda reflexionar, balancear, discernir y decidir. Los mismos medios se imponen treguas durante el año como en los días santos y por Navidad sin que esto constituya violación a la libertad de expresión sino espacios sagrados para la meditación y la tranquilidad. Pero con el TLC la “tregua” fue violada con premeditación y alevosía y quedarán en la historia los medios que se prestaron para tan bajo propósito.

De ahora en adelante ni el gobierno ni estos medios tienen la autoridad moral para reclamar honestidad y respeto a las leyes y a la institucionalidad porque violaron las reglas que el blandengue árbitro del Tribunal Supremo de Elecciones debió hacer cumplir, utilizando la más baja de las estrategias puesta en práctica en la segunda guerra mundial: engañar y manipular a la gente camuflando una acción indigna con un ropaje de honestidad.


*Periodista


Fuente Informa-tico.com

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