La regla de tres

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Por Walter Antillón

Es preciso tener la mente clara: aceptar el resultado de un referendo alterado por actuaciones fraudulentas, ilegales y abusivas, es aceptar el fraude, la ilegalidad y el abuso como normas válidas en la vida de la comunidad.

Es aceptar que quienes detentan el poder económico y político tienen, por esa sola razón, el derecho de abusar, defraudar y violar las leyes en daño de los demás. Eso choca contra todos los valores que hemos adoptado para vivir, y nos degrada como seres humanos.

Ha quedado en evidencia que las reglas presuntamente fijadas para garantizar que el referendo fuera la auténtica expresión de la voluntad ciudadana resultaron gravemente violadas; y que el referéndum así deformado dejó de ser una justa del civismo y la democracia para convertirse en una burla sangrienta a la buena fe, la lealtad y el fervor patrio de los costarricenses.

En consecuencia, el proceso mismo de referendo es un proceso viciado, y sus vicios atacan el propio corazón de la democracia y del orden constitucional republicano; esto es, atacan la voluntad soberana del pueblo, que es la base de aquella democracia y de aquel orden jurídico.

Es irónico pensar que miles de nosotros nos indignamos cuando un árbitro de fútbol comete cualquier irregularidad en daño de nuestro equipo, mientras que aceptamos impertérritos que con fraude y violencia nos roben el País.

Entonces, si aceptamos como bueno el resultado de un referendo viciado, estaríamos admitiendo con ello que la voluntad popular es cosa deleznable, y que la dignidad ciudadana ha dejado de existir en Costa Rica. Estaríamos aceptando que nos hallamos sometidos al poder desnudo, arbitrario, y que ese sometimiento es bueno y justo.

Porque, además, no han desaparecido las gravísimas razones por las que en los meses anteriores combatimos sin tregua el TLC; por el contrario, esas gravísimas razones cobran mayor vigencia ahora que el referéndum se ha perpetrado delictuosamente. Entonces ¿cómo y por qué transigir?

Un grupo de abogados costarricenses, del que formo parte, haremos lo único que cabe hacer en esta hora frente al referéndum desvirtuado por el gobierno y sus cómplices: pedir su anulación.

A quienes esto parezca excesivo o exagerado, les preguntamos ¿es poca cosa la soberanía del pueblo costarricense? Y a Oscar y Rodrigo Arias, a Fernando Berrocal y a tantos magistrados y magistradas les preguntamos ¿ustedes pensaron que era broma lo que aprendimos y enseñamos en las aulas universitarias sobre la justicia, la soberanía, el Estado democrático de derecho?

Pediremos la nulidad del proceso de referéndum al propio Tribunal Supremo de Elecciones; lo pediremos ante la Comisión y ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos; lo pediremos ante la Organización de las Naciones Unidas. Lo pediremos hasta ser escuchados.


¡Otra Costa Rica es posible; otro Mundo es posible… pero hay que conquistarlos!


Fuente Tribuna Democrática


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