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María Flórez-EstradaMuy reveladora fue la entrevista de Esteban Mata a Ottón Solís publicada el 12 de noviembre pasado en "La Nación" (
'El PAC no tiene líder, el líder son las ideas'), pues en ella el excandidato presidencial reconoce que concibieron aplicar la vía ultra-rápida al trámite del proyecto de reforma fiscal explícitamente para acallar la voz de un partido progresista, e incluso de un leal aliado del PAC como ha sido el Frente Amplio en la Asamblea Legislativa.
Veamos. A la siguiente pregunta del periodista: "¿No fue un error aprobar un 208 bis con plazos firmes y que ahora quieran ampliarlo?", Solís responde: "No, jamás, jamás. Ha sido una de las grandes cosas que se han hecho para impedir que los que quieren que el Estado quiebre o que en el país haya un caos para que surja un Chávez (Hugo, presidente de Venezuela) o no sé qué, tengan éxito. Hay grupos extremistas que no les importa el país."
Esta respuesta revela al menos dos cosas. La primera, que como muchas personas que dieron su voto para mantener la presencia del Frente Amplio en la Asamblea Legislativa, el fundador del PAC reconoce implícitamente que aquel partido, que no esconde sus planteamientos de izquierda democrática, se ha consolidado ya como una conciencia crítica necesaria en la vida política del país.
Primero fue la excelente y lúcida labor parlamentaria del diputado José Merino, y ahora el igualmente calificado y responsable trabajo del diputado Villalta. Lo cierto es que muchas personas que votaron para la Presidencia por la candidata del PLN o por el candidato del PAC, lo hicieron por el Frente Amplio para las diputaciones, conscientes de que este equilibrio era fundamental.
La segunda cosa que pone en evidencia esa entrevista es que, a pesar de tener solo un diputado en la Asamblea, el peso de los argumentos del Frente Amplio resulta "peligroso" para el alocado proyecto de reforma fiscal de Solís. Y esto es así porque, no obstante su sistemático esfuerzo por estigmatizar, el excandidato no puede rebatir el hecho de que este partido se caracteriza precisamente por la calidad de sus argumentos y por su poder de convencimiento, no en relación con aquellos diputados y diputadas del PLN y el PAC que se declaran voluntariamente autistas, sino para la ciudadanía, que es quien, a fin de cuentas, tiene que soportar el peso de las malas o interesadas decisiones que se tomen en el parlamento.
Hablemos ahora, entonces, de los esfuerzos de Solís por satanizar al Frente Amplio y por afirmar algo tan antojadizo y sin fundamento como que este partido "quiere que el Estado quiebre o que en el país haya un caos para que surja un Chávez (Hugo, presidente de Venezuela) o no sé qué, tengan éxito. Hay grupos extremistas que no les importa el país."
Como el propio Solís revela, ni siquiera él le encuentra lógica o sabe por qué exactamente repite un estribillo anticomunista tan trasnochado, propio de la Guerra Fría.
Es evidente, sin embargo, que este desbordarse de la lengua, de Solís, responde a su formación de origen, de liberacionista conservador, a la que nunca ha renunciado.
El líder del PAC tiene la fantasía de que, cuando impulsa autoritariamente la reforma fiscal pactada con sus viejos camaradas, está realizando el programa de gobierno del partido que considera su criatura. Gran cosa, como si el bipartidismo tradicional no hubiese contenido reformas fiscales en sus planes. El punto es hacer una reforma fiscal que redistribuya la riqueza, no una que tiene como su elemento central exprimir los bolsillos hasta de los hogares más pobres, mediante el incremento del IVA, y que "patea para adelante" las verdaderas afectaciones a las transnacionales, las grandes empresas y los patrimonios.
Además, se siente cómodo cogobernando de manera impositiva y autoritaria con sus viejos correligionarios, aunque esto signifique olvidar que los votos que le llevaron adonde está no son todos de liberacionistas conservadores sino, y sobre todo, de ciudadanas y ciudadanos que han querido cambiar las viejas prácticas de la política bipartidista tradicional.
Puede decirse, entonces que, en la entrevista, se le salió lo liberacionista de derecha, y se le olvidó lo paquista.
¿Qué significa, entonces, lo paquista? Las confrontaciones políticas recientes, en torno a la apertura del mercado de las telecomunicaciones y de la electricidad, así como en cuanto al TLC con EE.UU, movilizaron a la ciudadanía costarricense fundamentalmente en relación con la resistencia a que se terminara de desmontar el estado de bienestar que, desde la intervención activa de ese país en los asuntos costarricenses, a través de la AID, en los años ochenta del siglo XX, la población ha visto esfumarse con la complacencia de la clase política.
La ciudadanía sabe que no fue ella la ganadora de este proceso. Que los ganadores fueron ese puñado de políticos, empresarios y tecnócratas quienes, gracias a los cientos de millones de dólares que la AID les repartió, se convirtieron, por ejemplo, en la nueva burguesía financiera del país, burguesía que no existía antes de la intervención de la AID. (Solo es resultado de un proceso histórico coherente, y no de la casualidad, por ejemplo, que un banquero privado, cuyo banco nació y se fortaleció gracias al dinero y a las presiones de la AID, sea hoy uno de los vicepresidentes de un gobierno del PLN).
El fundador del PAC, en su anticomunismo trasnochado y gratuito privilegia, pues, al liberacionismo conservador que lleva dentro y olvida que el voto popular que dio un lugar político relevante al PAC también es de centro-izquierda. Es el de un pueblo que aspira a aglutinar a todos los sectores que pueden y deben aportar para que el país enrumbe en una dirección que recupere el sentido del bien común, por encima de la búsqueda frenética del lucro de unos cuántos.
Ni Chávez, ni Obama. Un camino propio que reconstruya la sociedad costarricense pensando en el bienestar del mayor número. La búsqueda de una amplia alianza de centroizquierda que revierta el interesado y supuestamente neutral tecnocratismo del mercado.
Por suerte, pareciera que las opiniones de Solís y el PAC no son exactamente la misma cosa. La prueba está en que la Comisión Política de este partido, tratando de rectificar, votó en contra de su oposición a permitir que se ampliara el plazo para una discusión más amplia de la reforma fiscal. Aunque fracasara en su intento, "ladran, Sancho".
¿Cuál es el miedo al debate? Si, como Solís afirma, el Frente Amplio es solo un grupo de "cabezas calientes" deseantes de un Chávez, ¿por qué actuar autoritariamente para acallarlo si debería calcinarse por sí mismo?
Si algo hay que concederle a Solís, en todo caso, es que, efectivamente, los argumentos planteados por el Frente Amplio, que han demostrado ser producto del estudio serio y responsable del proyecto de reforma fiscal, han tenido esa capacidad de, en muy poco tiempo, movilizar a la opinión pública. Pues ha sido precisamente esta fracción la que alertó sobre las consecuencias de esta reforma, especialmente sobre el impacto que tendrá la eliminación genérica de exoneraciones del IVA para actividades e instituciones esenciales en la satisfacción de las necesidades básicas de la población costarricense.
El partido de la "participación ciudadana" debería reflexionar sobre el significado y las implicaciones de su aval a ese "grandioso" procedimiento de vía rápida que enorgullece a Solís.
Finalmente, miremos la "gran película", la perspectiva de largo plazo. En medio de la crisis del modelo neoliberal mundial, el país parece transitar hacia una recuperación de su horizonte interno, de su derecho de trazar su propio modelo de sociedad. Uno que, sin ser aislacionista, sea capaz de anteponer las necesidades de su población a las de ciertos capitales. Para lograr esto, se necesita sumar y no restar. Y ser capaces de proponer alternativas incluso en el terreno de los "sacrosantos" conceptos e instrumentos aparentemente desideologizados de los economistas.
Si no, nada más miren adónde han empujado al capitalismo mundial sus tecnócratas, en nombre de un "equilibrio macroeconómico" que siempre privilegia las ganancias del capital.
Fuente:
Diario Digital Nuestro PaísImagen: El Roto