Sardinal, los comités patrióticos y los medios

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Por: Luis Paulino Vargas Solís

Un malhadado acueducto; un pueblo humilde que levanta su voz y se planta con energía en defensa de sus derechos más fundamentales; una enorme red de solidaridad que se articula a escala nacional en respaldo de esta lucha justa. Y, para rematar, medios de comunicación que llegan con tardanza a la cita y lo hacen histéricos y desencajados, poseídos de una sola voluntad: la de satanizar y ensuciar esta hermosa gesta ciudadana y, de paso, caricaturizar los verdaderos alcances del problema. Constituye, a fin de cuentas, una experiencia muy rica, de la cual conviene sacar enseñanzas.

¿El inicio del incendio? En un telenoticiario, un señor vinculado al tristemente célebre grupo Mapache argumentaba a favor del acueducto en cuanto, a su juicio, éste era parte del proceso de desarrollo de Costa Rica y Guanacaste. Quizá sea prejuzgar, pero me pareció que el sujeto de marras quizá sepa mucho de hacer plata pero poco, muy poquito de cualquier otra cosa. Y pensé: se entiende que estemos como estamos si el país se encuentra en manos de gente de pensamiento tan supremamente vulgar. Esas son las ideas de esta oligarquía neoliberal que domina la sociedad costarricense. A su juicio, un cáncer sería signo de desarrollo en el cuerpo de una persona. Porque más o menos un cáncer ha sido todo este “desarrollo” inmobiliario y hotelero: arrasa con bosques, humedales, ríos, playas y agua. Despoja, privatiza, excluye, expulsa. Finalmente mata.

La gente de Guanacaste sabe que esto no es desarrollo. Y lo sabe no porque hayan estudiado economía crítica, sino porque lo sienten en carne propia, como un hecho de su vida cotidiana. En ese contexto, hablarle de desarrollo a un pueblo que está siendo despojado de las cosas más básicas -agua incluida- es simplemente insultante. Pero justamente eso están haciendo con la gente de Guanacaste. Pero ello equivale a jugar con fuego.

Ha quedado claro que los hombres y mujeres de Sardinal son valientes e inteligentes. Por lo demás, su gesta está dotada de un tremendo poder simbólico, en especial en las condiciones actuales de la provincia guanacasteca. Desde el punto de vista económico, la hipertrofia hotelera e inmobiliaria en esa región (y en todo Costa Rica) está tocando límite. Pero un pueblo guanacasteco indignado podría traerle muchos malos ratos a los especuladores inmobiliarios y sus amigos del régimen de los Arias.

Redes nacionales de solidaridad Sardinal se levanta contra el acueducto y los Arias responden con la represión a cargo de su policía militarizada. De inmediato, se activa a nivel nacional una red de solidaridad que moviliza la voluntad y el esfuerzo de docenas de organizaciones ciudadanas e involucra, directa o indirectamente, a miles de personas. La lucha de Sardinal deviene una lucha nacional. La agresión contra el pueblo sardinaleño es una agresión contra todos y todas. Su triunfo es júbilo compartido.


A partir de lo anterior, surgen varios elementos que es importante rescatar:

Se visibilizaron de nuevo las redes que -descentralizadas y autónomas- hicieron posible la enorme movilización nacional contra el TLC. Ergo, el corazón de ese gran movimiento sigue latiendo fuerte.

• Se ratificó de nuevo -ya que hay gente que aún no quiere verlo- el poder de estas redes. Escasea el dinero y debemos luchar contra las corporaciones mediáticas y la institucionalidad pública secuestrada. Nada nuevo, por cierto. Pero tenemos el poder creativo de lo diverso que, coordinado descentralizadamente a través de las redes, es capaz de asestar golpes durísimos a los poderes oligárquicos. De ahí la importancia de construir una enorme alianza -ciudadana y civil tanto como política y partidaria- capaz de derrotar al neoliberalismo. Nadie por su lado, y tampoco ningún partido por sí solo -y esto incluye al PAC- podrá lograrlo, ya que tampoco podrá movilizar este poder ciudadano que se articula a través de las redes.

• Ratificamos una vez más que este movimiento ciudadano ha sabido emanciparse de un mito que los poderes establecidos alimentan por todos los medios a su disposición: el de que la realidad está constituida por fragmentos inconexos. Eso quisieran: que creamos que el agua de Sardinal no tiene nada que ver ni con la hipertrofia inmobiliaria y hotelera, ni con el proyecto neoliberal en marcha desde hace veinticuatro años, ni con los problemas generales de la sociedad costarricense y, finalmente, tampoco con el TLC. En cambio, se ha entendido lúcidamente que el problema de Sardinal es el problema de Guanacaste y, más aún, el de Costa Rica. Y que, en consecuencia, es una lucha compartida.


Los comités patrióticos y la autodenominada La Nación

A los medios no les gustó lo ocurrido en Sardinal. Tampoco al régimen de los Arias ni a los grandes empresarios vinculados al negocio hotelero y la especulación inmobiliaria. No por casualidad unos y otros repiten las mismas cosas. Especialmente sintomática ha sido la reacción de la autodenominada La Nación. Informa tarde, cuando ya los acontecimientos están en pleno desenvolvimiento. Y dirige sus baterías en dos direcciones. Primero, persuadir que todo se reduce a protestar por el riesgo que el acueducto representa para la disponibilidad de agua, sin que esto tenga que ver con absolutamente nada más (ya lo comenté: el mito de que cada problema social es un retazo desprendido que flota en el aire). Y, segundo, satanizar la solidaridad nacional con Sardinal y, en particular, el papel de los comités patrióticos.

Es llamativo el nivel de histeria con que los Arias y la autodenominada susodicha han reaccionado. ¿A qué se debe que Sardinal les haya provocado tan aguda urticaria? La respuesta es obvia: porque Sardinal podría encender la indignación de toda una provincia que ha sido vejada por años de locura hotelera e inmobiliaria y, además, porque Sardinal no ha sido solo Sardinal. A su lado se han apostado organizaciones ciudadanas y gente de todo Costa Rica. Y para la oligarquía esto es realmente grave y amenazante.

Han querido descargar su frustración de forma especial sobre los comités patrióticos. Pero acusarlos de extremismos de izquierda no es solo un exceso verbal. Sobre todo es un gravísimo error. La gente de los comités patrióticos no se amilana por el insulto. Y si ya los ánimos están suficientemente calientes ¿para qué lanzar más leña seca a la hoguera? Eso es lo que esta oligarquía tan torpe está haciendo, incluyendo los cuentos infumables con que sermonean a la gente guanacasteca.

En síntesis y para concluir: el país está entrando en un período de crisis frente a la cual esta oligarquía da muestras de agudizada ineptitud.


Nota: invito a la presentación de mi documento de investigación: Ascenso y caída. La economía costarricense frente a la crisis mundial (2000-2008). Comentaristas: Presbítero Miguel Picado y Dr. Róger Churnside. Martes 10 de junio, 2 de la tarde, Paraninfo de la UNED, Sabanilla. Un esfuerzo por entender críticamente, y desde una visión ética, las realidades económicas actuales del país.


Fuente: Tribuna Democrática

Foto: Comités Patrióticos


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