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La perversión del referéndum como herramienta democrática

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Por Alicia Pifarré Pan*


Hay propuestas que deben rechazarse de entrada; por inhumanas, por irracionales, por crueles, por aborrecibles, por disparatadas o, simplemente, por manipuladoras, antidemocráticas e injustas. El buen gusto ético de cada uno, nuestros sentimientos y capacidad de razonar, nuestro auténtico interés por distinguir entre mentira y verdad, nuestros conocimientos e intereses son elementos que nos llevan a decidir. Pero a veces decidimos así nomás, de entrada, cuando una propuesta repugna a nuestros valores y principios.

Yo rechazo, de entrada y también luego de meditarla e investigar, la propuesta de decidir en un referéndum sobre las consecuencias jurídicas de las uniones entre personas del mismo sexo.

En el año 2006, la Sala Constitucional aceptó que, ante la ausencia de regulación normativa, constituía un “imperativo de seguridad jurídica, si no de justicia” “regular los efectos personales y patrimoniales de ese tipo de uniones”. Considero que el instrumento escogido para decidir sobre este vacío legal que afecta gravemente a nuestra vida en sociedad no es jurídicamente válido. ¿Por qué?

1.- Porque la ley que se someterá a decisión de las mayorías protege y garantiza el ejercicio de DERECHOS HUMANOS ya reconocidos por Costa Rica, protección y garantía sobre los que no hay discusión posible. Esos derechos son: que “sin distinción de raza, sexo, idioma, credo, ni otra alguna” todos los seres humanos somos iguales ante la ley; que “toda persona tiene derecho al respeto de su honra y de su dignidad”; que “persona es todo ser humano”; que “toda persona tiene derecho a constituir familia” y que toda persona tiene derecho a igual protección contra “toda discriminación” y contra “toda provocación a tal discriminación”. Por si quedara alguna duda, aclaro que el Comité de Derechos Humanos de la ONU ha señalado que el artículo 26 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos también prohíbe la discriminación basada en “la orientación sexual”. (Comunicación Nº 941/2000).

2.- Porque, en instrumentos internacionales vigentes, Costa Rica ha reconocido que “son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales” y que “la eliminación de toda forma de discriminación” contribuye al “fortalecimiento de la democracia”; además, el Estado costarricense ha manifestado su acuerdo en que “Toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia estará prohibida por la ley”.

3.- Porque los instrumentos internacionales en materia de Derechos Humanos han sido elevados a rango constitucional (artículo 48 de la CP) y deben tomarse en cuenta en la interpretación sobre temas vinculados a esos derechos según ha indicado reiteradamente la Sala IV; por lo tanto, si en el referéndum se resuelve en contra de los derechos de las minorías sexualmente diversas tal resolución sería inconstitucional. ¿Cuál es el sentido de llamar al pueblo a optar por una decisión violatoria de nuestra Constitución Política?

4.- Porque la Sala Constitucional ha dicho que “Todo el derecho de los Derechos Humanos está fundado sobre la idea de que éstos últimos, como inherentes a la dignidad intrínseca de la persona humana, para decirlo en términos de la Declaración Universal, son atributos del ser humano, de todo ser humano en cuanto tal, anteriores y superiores a toda autoridad, la cual, en consecuencia, no los crea, sino que los descubre, no los otorga sino que simplemente los reconoce, porque tiene que reconocerlos.” (Sentencia 1994-02665) ¿Está claro? Los Derechos Humanos NO están sujetos a discusión. La autoridad, sea el pueblo ejerciendo su poder legislativo o la Asamblea ejerciendo ese poder delegado “tiene que reconocerlos”. No hay opción. Por tal motivo, la Comisión Europea para la Democracia a través del Derecho (Venice Commission) señala en su “Código de buenas prácticas en Referéndums” que los textos sometidos a la decisión popular deben ser compatibles con las normas superiores y no deben ser contrarios a las normas internacionales, los principios democráticos, los derechos humanos y el Estado de Derecho. (III Specific rules, 3.-)

5.- Porque coincido plenamente con lo dicho por el Magistrado Adrián Vargas Benavides, al redactar su voto salvado en la Res. Nº 2006-007262, que transcribo parcialmente pero cuya lectura íntegra recomiendo con especial énfasis: “La dignidad es inherente a la condición de ser humano, por su misma naturaleza, por lo cual es un valor de orden superior que NO DEPENDE DEL CONSENSO SOCIAL ni se mide por la manifestación de una persona. …La dignidad humana no puede violentarse a través de normas legales que no respeten el derecho inalienable que tiene cada persona a la diversidad, … Este principio de dignidad, base de nuestro ordenamiento jurídico, se convierte en una condición inherente a todo ser humano, por lo que en forma alguna se justifica que las parejas homosexuales sean tratadas en forma diferente, en detrimento de su libertad y dignidad, reduciéndolos a la condición de ciudadanos y ciudadanas de segunda categoría, algo intolerable en una sociedad democrática y plural como la diseñada por el constituyente.” (El destacado en mayúsculas no pertenece al original)

6.- Porque la ley sometida a referéndum regula jurídicamente una realidad que forma parte de nuestra sociedad y que no puede negarse. El Derecho regula la CONDUCTA HUMANA, si esa conducta implica la convivencia, permanente, estable y no prohibida de personas de un mismo sexo, eso mismo es lo que debe regularse atendiendo a la dignidad y a la libertad de las personas y garantizando el ejercicio legítimo de sus derechos.

7.- Porque el Derecho parte de las formas de convivencia social y las regula, ordenándolas, autorizándolas, permitiéndolas o bien prohibiéndolas, para asegurar la coexistencia armónica de seres libres. El legislador no crea normas a partir de la nada. La ausencia de reconocimiento jurídico de las realidades sociales cercena las libertades y atenta contra derechos fundamentales como la vida, la salud o la supervivencia. ¿Quién no ha sufrido la triste experiencia de tener que superar monumentales obstáculos para cuidar a una persona que no es familiar directo, internada en un hospital?

8.- Porque NO es aceptable argumentar desde la visión moral o religiosa sobre las normas jurídicas que deben regir en una República Democrática. Derecho, Moral y Religión son órdenes normativos distintos. Cuando el Derecho cede paso a cualquier "moral oficial", las normas resultantes no son jurídicas sino arbitrarias, lo que es propio de los Estados totalitarios; ejemplo claro de este tipo de normativa es aquella imperante en la Alemania nazi que sancionaba penalmente toda conducta “contraria al sano sentir del pueblo alemán.” En cuanto a las normas religiosas, implican la aceptación de un ser superior que las dicta y eso no puede ser impuesto a nadie. La imposición obligatoria de creencias es inconstitucional en nuestro país. Así de simple.

9.- Porque ofrecerle al pueblo, al soberano, la posibilidad de que legisle en contra del bien común, en contra de la armonía social, en contra de su propio ordenamiento jurídico, en contra del sistema democrático, es perverso, peligroso y atenta contra el Estado de Derecho.

10.- Porque la historia demuestra que las mayorías responden con rapidez, docilidad y obsecuencia a los líderes que fomentan la intolerancia y el atropello a los derechos de las minorías. El 29 de abril recién pasado, el Consejo de Europa adoptó la Resolución 1728 sobre discriminación basada en orientación sexual e identidad de género; en el documento insta a los Estados miembros a implementar las medidas necesarias para combatir esta forma de discriminación, señala la responsabilidad de los Parlamentos en promover cambios legislativos para erradicar la homofobia y la transfobia y para otorgar a las parejas de un mismo sexo iguales derechos y obligaciones patrimoniales que los reconocidos a parejas de distinto sexo. Señala la Resolución que existe una particular preocupación por los discursos cargados de odio de líderes civiles, políticos y religiosos”, y, entre muchas otras recomendaciones, indica que es “deber supremo de las autoridades públicas” no solo proteger los derechos humanos de una manera efectiva, sino también ABSTENERSE de pronunciamientos que legitiman y alimentan la discriminación y el odio basado en la intolerancia. En Costa Rica, en cambio, las autoridades propician que líderes civiles y religiosos den rienda suelta a cuanta oscura pasión nace de la ignorancia, de los prejuicios y de la incomprensión. ¿Vivimos en democracia o debemos aceptar que nos estamos acercando peligrosamente al totalitarismo?

11.- Porque suficientes vacíos tiene nuestro ordenamiento jurídico -y aún mayores su efectiva aplicación- en materia de protección a los derechos humanos como para arriesgarnos a sumar otro más. El 17 de marzo del 2010, en la inauguración del 138º período ordinario de sesiones, el Doctor Felipe González, Presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dijo: “… las dificultades que enfrenta la región siguen siendo enormes. No sólo las instituciones democráticas de varios Estados miembros se encuentran en una situación frágil y vulnerable, tal como lo demostró el golpe de Estado en Honduras, sino que continúa siendo insuficiente la protección de los derechos fundamentales, en particular cuando se trata de los de grupos vulnerables que sufren la exclusión social y la discriminación por factores étnicos, de clase, raciales, de género y de orientación sexual.” ¿Agravará Costa Rica la “insuficiente protección de los derechos fundamentales?

12.- Porque eliminar todas las formas de discriminación es tarea urgente e importante si pretendemos mejorar nuestra deteriorada convivencia social. En el 137º período de sesiones, la CIDH advirtió: “... que la desigualdad y la discriminación son graves problemas estructurales en el hemisferio, que constituyen importantes obstáculos para el respeto de los derechos humanos de todos los habitantes. La discriminación contra los pueblos indígenas, los afrodescendientes, las mujeres, los pobres, los inmigrantes y diversos grupos sobre la base de su orientación sexual, entre otros, es un problema grave en todos los países de la región. La Comisión insta a los Estados a adoptar medidas urgentes a fin de avanzar en forma decidida en la prevención y el combate de todas las formas de discriminación, así como en la eliminación de la pobreza, en especial la pobreza extrema.” ¿Es aceptable una convocatoria que invita a retroceder en el combate a la discriminación?

13.- Porque ya es hora de que nuestros gobernantes cumplan con sus compromisos libremente asumidos. El 19 de abril del 2009, en la Quinta Cumbre de las Américas celebrada en Puerto España, Trinidad y Tobago, nuestro Presidente de entonces firmó una Declaración en la que se lee: “85. También reafirmamos que todas las formas de discriminación inhiben la plena participación de todas las personas en la sociedad y nos comprometemos a tomar medidas continuas para combatirlas. Continuaremos realizando esfuerzos para concluir las negociaciones sobre el Proyecto de Convención Interamericana contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación e Intolerancia.” ¿Desconocerá Costa Rica ese compromiso; tan poco vale la palabra empeñada internacionalmente?

14.- Porque en la Asamblea Legislativa hay dos proyectos de ley sobre los derechos y obligaciones que corresponden a las parejas del mismo sexo. Regulan el régimen patrimonial y hereditario de los convivientes, los beneficios de la seguridad social, el derecho a la visita en caso de hospitalización o privación de libertad de una de las partes, el derecho a alimentos mutuos, entre otros. Nada que perjudique o atente contra el Derecho de Familia vigente. ¿No sería fantástico si los diputados se pusieran a trabajar por el bien común de una vez por todas?

No se han acabado mis argumentos, pero como es probable que la paciencia de los lectores esté llegando a su fin, dejaré los restantes para otra ocasión.

Termino citando nuevamente al Magistrado Vargas Benavides; sus palabras llaman a una reflexión seria y obligada, imprescindible para afianzar los cimientos de nuestra República Democrática tan socavados en estos últimos años por la arbitrariedad, la ilegalidad, la intolerancia y la falta de ética. Debemos asumir el fortalecimiento de nuestro sistema democrático como tarea impostergable. El referéndum que desacertadamente se pretende adjuntar a las elecciones municipales solo servirá para alimentar odios y divisiones, prejuicios e incomprensión. Un socavón más que quizás nos lleve al derrumbe.

“La historia de la humanidad ha estado plagada de injusticias infligidas por mayorías a grupos disidentes o simplemente diversos. ...es hora de una apertura que permita la inserción completa e igualitaria de la minoría homosexual en la sociedad, con todos sus derechos y todas sus obligaciones. El sentir de algunas personas no puede seguir siendo excusa para que el Estado continúe tolerando la marginación y exclusión de las minorías homosexuales de los institutos jurídicos reconocidos al resto de las personas, entre ellos el matrimonio. … estimo que el rompimiento de barreras legales es el primer paso para lograr una evolución verdadera en la mentalidad del sector de la población que desconoce los derechos de la minoría homosexual y de cualesquiera otras minorías afectadas por estigmas discriminatorios y mermados en sus derechos fundamentales. De lo contrario, no se hace más que reforzar los sentimientos de irracional intolerancia e impedir una integración real e igualitaria de este sector de hombres y mujeres, así como obstaculizar la impostergable puesta en práctica de estrategias de educación y concienciación en torno a la diversidad sexual y a la igualdad como norte ineludible de nuestro sistema político.”

*abogada


Fuente Nuestro País

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Referéndum ¿otro memorando del miedo contaminando la elección de Alcaldes?

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Por Emilia González


Muy mal hecho y peligroso el que el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) amontone la convocatoria al referéndum sobre las uniones civiles entre personas del mismo sexo con las elecciones de Alcaldes y Concejos de Distrito.

So pretexto de ahorrar dinero o de ensayar el voto en el exterior, la propuesta es perversa por donde se la mire: confunde y hace uno las elecciones municipales, acto propio de las democracias representativas, con una consulta popular que podría terminar cercenando derechos reconocidos internacionalmente a las minorías, acto propio de los totalitarismos.

De antemano, a contrapelo de la normativa electoral, el TSE abre la puerta de par en par a la participación activa de la jerarquía católica costarricense y su ejército de curas, para que desde púlpitos y parroquias influyan indebidamente en una elección democrática junto a un referéndum improcedente. También autorizará al Gobierno para que participe en el referéndum, como lo hizo en el anterior. ¿Cómo diferenciar la intervención gubernamental con respecto al referéndum, de la otra, PROHIBIDA para las elecciones a Alcalde?146 Código electoral

En consecuencia, el TSE planta tema único de campaña electoral e influencias indebidas ajenas totalmente a los intereses, necesidades y demandas de las comunidades en sus municipios.

¡Olvídense de los problemas reales de los municipios! Lo importante será sí se está o no de acuerdo con la fantasía de familia única: papá, mamá, chiquitos. Dejando de lado que más del 29%, de los hogares están jefeados por mujeres, que de cada 100 bodas efectuadas el año pasado, 76 las realizó un abogado , que se estima en poco más de 600.000 personas las que viven en unión libre y, además, que sólo en el 2007 se reportaron más de diez mil divorcios.

Plantado el tema de las uniones civiles entre personas del mismo sexo, que es materia de protección y garantía de cumplimiento obligado del Estado, abiertos los portillos para que se metan quienes no deben, los candidatos a Alcaldes y Concejos de Distrito ¿podrán ejercer el libre albedrío de expresar su verdadera opinión? ¿o sucederá de que ¡Ay de aquel o aquella que diga lo contrario a lo que manda la jerarquía de la Santa Iglesia y la Hija Predilecta de la Virgen!

No faltarán, presumo, los millones en campañas mediáticas financiadas por diversas jerarquías religiosas de aquí, de allá y de los reverendos o pastores justos o buchones, que terminarán satanizando a quienes aventuren posiciones medianamente racionales, democráticas, científicas o seriamente jurídicas al respecto.

La misma receta del Memorando del Miedo aplicada a las elecciones de las Alcaldías municipales. Este referéndum desparramará miedo a la tolerancia, miedo al respeto al otro, miedo al diferente, al que piensa distinto; aversión, odio, prejuicio o discriminación contra personas homosexuales. Aprovechará el andamiaje gubernamental y lo que está detrás para torcer voluntades, una vez más.

Y de paso, impedirá el avance de fuerzas remozadas en las municipalidades, que reflejaron en las pasadas elecciones nuevas composiciones y acomodos políticos, que les arrebataron el poder total y el ejercicio autoritario a los grupos tradicionales y desgastados, muy olorosos a incienso y rosarios, hoy amenazados desde el ámbito local, en su política fenicia de los negocios, dónde lo público y lo publicitario se confunden, la política y la farándula son una, la libertad de expresión es obstaculizada, el acceso a la información es restringido y la opacidad es regla y todo ello se adereza con una fuerte cuota de relativismo en términos de Derechos Humanos y de brutal indiferencia hacia el bien común.

¿Qué nos pasa a los ciudadanos y a los partidos políticos que no decimos “esta boca es mía” frente a tanto atropello a la razón democrática?


Fuente Nuestro País



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Oscurantismo religioso, integrismo e intolerancia

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ODIOSO INTEGRISMO

Por Laurencia Sáenz, filósofa
laurenciasaenz@gmail.com

Desde las catacumbas del obscurantismo, la mano rancia de los integristas no ceja en su afán de sofocar la lucha por los derechos humanos. El aliento retrógrada lo exhala ahora el “Observatorio ciudadano por la vida y la familia”, cuyo intento por deslegitimar la discusión y aprobación del proyecto de ley para las uniones civiles entre personas del mismo sexo, está pronto a fructificar.

Durante meses, el devoto grupo, opuesto a la legalización de las uniones gais, se ha dedicado a una intensa campaña con miras a reunir 136.750 firmas para convocar a un referendo sobre dichas uniones. Faltan solo 31.000 firmas para el “referendo del odio”, como lo han bautizado ya otros grupos ciudadanos laicos, que militan por la igualdad de derechos.

En un país donde la población homosexual ha sido siempre discriminada, donde las bromas homofóbicas son el pan de cada día, donde la ignorancia y el obscurantismo se arraigan tan profundo que la homosexualidad se concibe aun como una patología o como una vergonzosa anormalidad, el resultado de semejante referendo es previsible, y la estrategia del consabido grupo no puede ser más que perversa: pretende utilizar la democracia participativa para disfrazar de legitimidad un discurso y una práctica que discriminan a un sector de la población, al impedirle gozar de los mismos derechos que el resto de la ciudadanía.

Para colmo, la Iglesia Católica ha autorizado la recolección de firmas por grupos laicos a la salida de los oficios religiosos, mientras las prédicas de los prelados en contra de dichas uniones, y a favor del matrimonio y la familia “tradicionales”, resuenan, oportunamente, en la cabeza de los feligreses'


INTEGRISMO


Asistimos, pues, al peligroso arrebato del integrismo religioso. Y es el integrismo, más que el tradicionalismo, la principal amenaza. La distinción la hace la periodista y ensayista Caroline Fourest , en su último libro Libres de le dire [Libres de decirlo] en diálogo con la escritora bengalí Taslima Nasreen, quien vive en el exilio, amenazada de muerte por los integristas islamistas. El tradicionalismo, señala Fourest, es una visión particularmente estricta de la religión, pero no conduce necesariamente al integrismo, el cual radica en “[instrumentalizar] la religión con fines políticos liberticidas”. Existe una diferencia entre los creyentes que “se esfuerzan por hacer de la fe un acto íntimo”, y aquellos, integristas, que utilizan la fe como “un instrumento para oprimir a los demás”.

Al haber participado en la marcha convocada por el “Observatorio ciudadano por la vida y la familia”, durante la última campaña presidencial, la presidenta Laura Chinchilla se ubicó, desgraciadamente, del lado de integrismo religioso, que pretende imponer límites a los derechos humanos universales, en nombre de un credo religioso particular. La funesta trascendencia del apoyo político al integrismo no es baladí, máxime cuando la Presidenta no es un ejemplo de discreción en lo que atañe a su fe religiosa personal.

¿Qué hacer frente a este preocupante panorama? Primero, un llamado a la conciencia: un referendo en el que una mayoría se exprese sobre los derechos de una minoría, cuyo previsible desenlace contribuiría a estigmatizar aún más a la población gay, no es digno de nuestra democracia.

La democracia participativa no debe ser instrumentalizada para promover prácticas racistas, xenofóbicas, ni homofóbicas.

Por otro lado, los procesos para la obtención de estos derechos en otras latitudes son aleccionadores. Acerca de la legislación francesa, la misma Caroline Fourest (La dernière utopie [La última utopía]) nos da un ejemplo de pragmatismo: desde 1997, por medio del contrato llamado “PACS”, gais y lesbianas pueden legalizar sus uniones y disfrutar de los mismos derechos que tienen las parejas heterosexuales bajo matrimonio; sin embargo, el PACS no es un derecho exclusivo de la población homosexual, sino un contrato al que cualquiera tiene acceso, independientemente de su orientación sexual. Fue el carácter universalista del proyecto lo que permitió realizar un progreso con mayor eficacia que si se hubiera legislado solo para un sector de la población.

Mientras se aclaran los nublados obscurantistas de los integristas de los últimos días, es un ejemplo de sentido práctico digno de tener en cuenta.


Fuente Unión de Hecho en Costa Rica

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Nuestro País





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Aborto y pedofilia

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Por Arnoldo Kraus

Tienen "algo" en común el aborto y la pedofilia? No y sí. No en la realidad. Sí en el lenguaje de los ministros del Papa. El no retrata la vida. El sí es parte de un discurso eclesiástico dogmático. El no distingue dos situaciones distintas. El sí intenta ligar dos problemas que nada tienen en común. El no apela a la razón. El sí a la fe. El no lo escuchan creyentes (en Dios) y no creyentes (en Dios). El sí resume gran parte de la filosofía de las religiones: la fe no requiere de la razón.

El embrollo de las religiones actuales es el tiempo y la contumacia de los ministros que ignoran que Dios ha cambiado, que el Dios original no puede ver con buenos ojos lo que sucede en el mundo. Entre el siglo XXI y el advenimiento de los dioses y de las religiones ha pasado mucho tiempo.

El cardenal Antonio Cañizares, quien ocupa un ministerio en la curia del Vaticano, afirmó, cuando reflexionaba acerca de los abusos sexuales y sevicias a menores cometidos en internados católicos en Irlanda entre 1950 y 1980, que "no es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios, con los millones de vidas destruidas por el aborto". Lo grave de la afirmación de Cañizares es que no sólo es su opinión: su voz y su postura es la del Vaticano y de la Iglesia católica que avala esos razonamientos. De no ser así, algo, además de unas pocas palabras, hubiese ya sucedido contra los abusos perpetrados por algunos miembros del clero católico.

Tras los escándalos y la pena católica por lo sucedido en las manos y en los genitales de religiosos en Estados Unidos, México, Francia, Inglaterra y Australia llega Irlanda. Salvo por la nacionalidad y la religión de los obispos la historia es la misma: abusos impensables contra menores, falta de acción contra los abusadores y ocultamiento de los nombres de los responsables. La complicidad de la jerarquía católica es alarmante. No denunciar y no castigar es sinónimo de aceptación y, ¿por qué no?, al aceptar los hechos se permite que los abusos continúen y, en algunos casos, ¿por qué no?, que se estimulen esos latrocinios. El secretismo de la Iglesia habla de cerrazón, de vergüenza y de conveniencia.

La doble moral corre por los pasillos del Vaticano.
Ocultan los nombres de sus abusadores y no los condenan. Alaban al siniestro Berlusconi cuando éste apoya al prelado en contra de la decisión médica de permitir que Eluana Englaro muera. En el diccionario del Vaticano la palabra contradicción no existe.

Hace pocos días, la representante para Europa de Catholics for Choice, Elfriede Harth, aseguró que
"los obispos sólo protestan por asuntos de la zona pélvica, no por guerras ni por vulneraciones de derechos humanos", a lo que se deben agregar disparates como la postura de Cañizares. La misma funcionaria de Católicas por el Derecho a Decidir nos recuerda lo que los librepensadores repiten cuando se trata del aborto y cuando se habla de que dentro de la Iglesia han existido otras iglesias.

San Agustín afirmaba, por ejemplo, que "el aborto no debe considerarse homicidio porque en los primeros meses no se ha instalado el alma en el cuerpo", mientras que Santo Tomás "aceptaba que el aborto podría llevarse a cabo hasta los 40 días de gestación si se trataba de un varón y hasta los 90 si era niña, ya que sólo a partir de esas fechas era cuando realmente se había formado el ser humano".

El argumento del cardenal Cañizares es abominable.
Los fetos y los embriones tienen valor y derecho a la vida. Las vidas lastimadas, y en ocasiones destruidas, de los niños abusados y violados que acudían y acuden -el caso mexicano del pederasta Marcial Maciel es muy fresco- a escuelas católicas y que se convirtieron en víctimas de la curia valen menos que las de los embriones. Es también abominable porque la Iglesia financia campañas antiaborto pero no indemniza a las víctimas de sus miembros. ¿Cuándo la verdad?


Fuente La Jornada

Caricatura El Fisgón



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