- Industriales advierten que provocará informalidad y frenará desarrollo de la industria local.
El cierre la semana pasada de las negociaciones de un tratado de libre comercio (TLC) con la República Popular China originó agrias críticas de la industria local, que al contrario de otros sectores como los exportadores y comerciantes, adversan el tratado por considerarlo un freno al futuro desarrollo industrial del país (ver recuadro “Freno a la industria”).
El TLC es visto como “la cereza del pastel” de una agenda de negocios emprendidas por la Administración de Óscar Arias tras el establecimiento de relaciones exteriores con la potencia asiática en junio del 2007 (ver recuadro “Negocios chinos”).
Su ratificación en la Asamblea Legislativa figura entre los proyectores prioritarios que el Ejecutivo pediría apoyar a la presidenta electa, Laura Chinchilla, quien ganó las elecciones del pasado 7 de febrero con la oferta de dar continuidad a las políticas del actual gobierno.
El gobierno chino manifestó su beneplácito por el triunfo de Chinchilla y aseguró su intención de fortalecer el intercambio comercial y cultural, así como la cooperación internacional con Costa Rica.
“China otorga gran importancia a la cooperación con Costa Rica y seguirá reforzando sus vínculos y comercio con el país centroamericano”, declaró la semana pasada el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Ma Zhauxu, quien recordó que el presidente Hu Hintao ya había felicitado a Chinchilla por su elección.
La culminación de las negociaciones del TLC se da en momentos en que los dos países afinan detalles de un proyecto conjunto para ampliar la Refinadora Costarricense de Petróleo (RECOPE), cuyas instalaciones en Moín, Puerto Limón, se triplicarían para procesar 60.000 barriles diarios de derivados de petróleo. Actualmente la planta solo refina el 30% del combustible que se consume en el país, unos 50.000 barriles.
Este convenio siguió a un acuerdo marco de cooperación para la exploración, refinación y cooperación petrolera firmado en octubre del 2007 entre RECOPE y China National Petroleum Corporation (CNPC), la mayor petrolera china, criticado por los ecologistas por contradecir la política ambiental y por el historial de violaciones ambientales de la petrolera china (ver recuadro “Geopolítica y ambiente” y más detalles en UNIVERSIDAD del 3 de diciembre del 2008).
En el marco del acuerdo, las autoridades mencionaron en su momento la intención de construir luego una megarrefinería con capacidad para 200.000 barriles diarios, y firmaron el acuerdo para modernizarse y ampliar la planta de RECOPE. Actualmente las partes definen los detalles del proyecto, que costaría unos $1.000 millones, y estaría listo para iniciarse en unos 14 ó 18 meses, según informó a una agencia internacional de noticias el presidente de la empresa estatal, José León Desanti.
En marzo pasado, la Contraloría General de la República había denegado el refrendo al acuerdo, al encontrar que era violatorio del monopolio petrolero que la ley reserva a RECOPE, pero en setiembre le dio luz verde a una nueva versión presentada por el Gobierno con un adéndum, luego que el Ministro de la Presidencia, Rodrigo Arias, criticara públicamente la decisión del órgano contralor y dijera que habría que cerrar RECOPE si el convenio no se aprobaba.
Ahora se plantea constituir una empresa conjunta encargada del estudio de factibilidad, ejecución y operación mediante arrendamiento con opción de compra del proyecto de ampliación y modernización de la refinería en Moín, con lo cual se respetaría el monopolio estatal.
Las petroleras chinas se han estado expandiendo por el continente americano en momentos en que buscan asegurar fuentes de suministro de crudo en todo el mundo para su creciente economía, cuya necesidad de derivados de petróleo aumenta un 50% año con año.
China importa petróleo de Venezuela, Brasil y Canadá y recientemente Petrochina, subsidiaria de CNPC, asumió una terminal de almacenamiento de crudo en las Antillas Holandesas.
En China, hay un vehículo por cada 82 habitantes, y si la flota creciera hasta ser como en EE.UU o Europa, donde hay un vehículo por cada dos habitantes, el consumo de combustible sería de 88 millones de barriles diarios, más que toda la producción mundial actual (80 millones).
INCONGRUENCIA
Tomás Pozuelo, presidente de la Cámara Costarricense de la Industria Alimentaria, afirmó que el sector no ve con buenos ojos el TLC firmado con China, porque es un acuerdo incongruente, no está basado en el historial comercial de estos países y el Gobierno lo ha manejado como un asunto político. “Es muy peligroso cuando eso se mezcla”, dijo.
Si se ven las cifras, resulta que el 90% del intercambio comercial con China es de una sola empresa (la transnacional Intel), la que ya hacía intercambio antes de que se establecieran relaciones diplomáticas, “y si se agarra lo que queda, nosotros no tenemos nada de comercio con China”, apuntó el empresario.
Añadió: “Cuando nosotros planteamos esas inquietudes, nos decían que el TLC iba o iba porque era una cuestión política. Pegamos brincos hasta el cielo y logramos en la parte técnica quedar excluidos en la mayoría de las cosas sensibles, pero seguimos pensando que no era un tratado conveniente para el país, y creemos que se gastó tiempo y energía en un Comex que ha dejado por fuera un montón de otras cosas.”
A su juicio, las autoridades deberían centrarse en la competitividad del país en vez de “ir a coleccionar” nuevos tratados. “Si no mejora la competitividad y eficiencia de la producción fuera de las zonas francas, con tratado o sin tratado lo que se va a tener aquí son cierres de fábricas cada día”, sentenció.
Preguntado sobre a qué atribuye que el Gobierno haya insistido en llevar adelante esta negociación pese a los planteamientos de los productores, su respuesta fue: “Creo que a veces hay agendas políticas internacionales que pesan más en ciertas presidencias que en otras.”
Desde su perspectiva, éste es un tratado incongruente porque se trata de un país de cuatro millones de habitantes que está haciendo un TLC con un país de más de mil millones de habitantes y está al otro lado del mundo, cuando todavía no se está manejando de una buena manera los TLC pasados.
Por otro lado, China es un país comunista, con una ley laboral sumamente diferente.
“Nosotros no podemos tener esas reglas, porque de antemano ya hemos firmado otros acuerdos como el CAFTA (en inglés Tratado de Libre Comercio con EE.UU, Centroamérica y República Dominicana) que nos comprometen a mantener ciertas reglas laborales y ciertas defensas al trabajador. ¿Cómo voy a tener mi empresa la mitad con reglas para competir con EE.UU. y Europa y a la otra mitad le quito las cargas sociales para competir con China?”
“Que alguien me explique esta incongruencia de estar haciendo por un lado tratados de libre comercio que nos reglamentan y nos suben los costos de producción, y por otro hacer un TLC con un país que juega con reglas totalmente diferentes, todo sobre una hipótesis. Porque no olvidemos que esta es una hipótesis de un grupo de gente en el Gobierno. No es como cuando hemos cerrado un TLC con la región. Es natural que un país se integre con su región, o con EE.UU, con el que hemos comerciado más de cien años antes de cerrar un TLC. Con China más del 90% del comercio nace en zona franca y prácticamente todo de una sola empresa. Y estamos aventurándonos a hacer un TLC. Eso es como casarse sin pasar por noviazgo”, comentó.
“No podemos tener un Estado inoperante en el tema de competitividad y un Ministerio de Comercio Exterior buscando gente para coleccionar TLC. Eso para mí es un fórmula exacta para que en Costa Rica los trabajos de valor agregado, donde la gente gana bien, se vayan eliminando porque las compañías no pueden trabajar”, insistió Pozuelo.
Costa Rica exporta anualmente a China, su cuarto socio comercial más importante, productos por $680 millones (principalmente componentes electrónicos) e importa $887 millones, según datos de la Promotora de Comercio Exterior.
Completo en Semanario Universidad
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Freno a la industria local
Negocios chinos
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