No estoy de acuerdo con la idea de los monopolios económicos o productivos. Todo lo contrario. Creo en la diversidad, creo en la pugna y en la competencia verdadera. La competencia hace crecer a las sociedades y a los seres humanos. Sin embargo, hay mercados que por su naturaleza y tamaño son monopólicos (sobre todo en una sociedad pequeña como la costarricense) y en donde sólo es posible un operador. O dos operadores. A lo más tres. Y allí la competencia no es posible. Siempre hay una empresa dominante, a lo más dos, que se ponen de acuerdo y fijan precios. Mangonean el mercado, como dice nuestro pueblo.
Por eso, si alguien me pone a escoger (en ciertas zonas productivas y de servicios) entre monopolios públicos o monopolios privados, me quedo con los públicos sin pensarlo un segundo. Las ganancias siempre quedan en el país, se reinvierten en la sociedad. En el caso de los monopolios privados (sean extranjeros o nacionales) la plata se va al bolsillo de los accionistas privados y punto. Máxime en un país como Costa Rica, timorato y torpe para cobrar impuestos. Por el tamaño de nuestro país, hay monopolios naturales: los puertos; los aeropuertos; la refinería del crudo para transformarlo en combustible; las telecomunicaciones; la electricidad. El mercado es lo suficientemente pequeño como para no hacer viable la competencia real. En esos casos, los procesos de “apertura” (como dicen algunos por allí) tienden a ser tramposos. Sucede que se pasa de un monopolio público a un monopolio privado.
Algo huele a podrido en Costa Rica. En sólo dos años— a golpe de tambor, torciendo brazos y comprando conciencias y billeteras— de repente Costa Rica está pasando de una serie de monopolios públicos a una serie de monopolios privados extranjeros. Como dice nuestro pueblo, estamos cambiando la mama por una chancha. Se trata de algo realmente grave. No sólo el ICE, sino JAPDEVA, CALDERA, y muchas otras entidades más van en camino de dejar de ser monopolios públicos (de interés colectivo y con ganancias que, mal que bien, se reinvierten en Costa Rica) a transformarse en monopolios privados extranjeros, y con ganancias que se irán para el exterior. Desde luego, hay socios comisionistas nacionales que varios millones y acciones de participación ganarán en el proceso. Y varios políticos entre ellos.
Veamos el caso de telecomunicaciones. Como ha indicado el propio Director de SUTEL, G. Milley, las frecuencias de telefonía móvil (en manos del ICE) sólo podrán ser suplidas por cuatro empresas telefónicas transnacionales. Por cierto, las mismas que dominan monopólicamente el resto de América Latina. Lo de JAPDEVA es más grave: el puerto de Limón es, por su naturaliza misma, monopólico. Si la concesión se concreta, todas las ganancias pasarán a una empresa privada (asiática, según se dice) y sus socios políticos y lugartenientes nacionales. Lo mismo con la refinería de RECOPE, según se informa. Todas las ganancias que genera para Costa Rica (y que son muchas) de la noche a la mañana pasarán a manos de un gigante asiático. Y de sus socios políticos nacionales. Ya lo dije: algo huele a podrido en Costa Rica.
Fuente Diario Extra
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