¡Resucitemos!

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"Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra."

María Elena Walsh



Por Leonor Antillón Sargent


Tras el vía crucis, viene la resurrección.

En estos días de reflexión y crecimiento personal, debemos hacer una pausa para hacer un repaso de todo lo que hemos tenido que sufrir en nuestra lucha por alcanzar un país justo y sin desigualdad social, limpio y transparente.

Desde que poco a poco nos fuimos uniendo en esta cruzada, que ya estaba latente antes de la llegada de todos los atropellos institucionales cometidos para favorecer al famoso TLC y sus leyes de implementación, que hoy nos han impuesto a mansalva y con enorme destrucción de nuestro orden jurídico y laboral, la dimensión de un grupo variopinto unido por la causa patriótica, la tenemos ya como una realidad nacional. Antes de eso era remoto el pensamiento de que los ciudadanos de este país podíamos acudir voluntaria, fiel y permanentemente, a tantas reuniones, manifestaciones y campañas a favor de nuestros ideales sociales y políticos.

Como quiera que sea, esta lucha, en contra del poder establecido, utilizado a contrapelo de los logros que Costa Rica había venido fortaleciendo desde sus albores como país, ya ha echado raíces profundas en nuestra cotidianidad, es constante la interrelación con tantas personas de tantos distritos de todo el país, amalgamados por el mismo ideal y sufriendo iguales atropellos y es precisamente esa constancia y aumento de relaciones interpersonales, donde opinamos, compartimos, agregamos ideas y queremos lo mismo, lo que ha hecho que este movimiento patriótico, aunque ondee y haga variaciones sobre el mismo tema, no pierda la esperanza de irse enriqueciendo cada vez más.

Nos acompañamos, somos siempre compañeros, aunque a veces no nos conozcamos. Y eso cuenta.

Sabemos que estamos sufriendo un calvario que probablemente dure un poco más, eso nadie lo ignora y por eso a nadie le tiembla el ánimo. Después del golpe del falso referéndum, hemos aprendido a soportar más golpes y cada vez los sentimos menos.

Por eso esta Semana Santa es muy particular, no sólo porque cristianos o no, a todos nos llega hondo el sentimiento de la crucifixión que por amor a los demás y por su universal misión, nos trajo Jesús, el Cristo que se inmoló por sus divinos ideales y por todos sus hermanos, sino porque también nosotros hemos sufrido por ideales y propósitos para hacer de éste, un país más justo e igualitario, donde todos podamos vivir en armonía con esos verdaderos ideales de convivencia en verdadera paz, sin que el poder sea para enriquecerse y dañar, sino para gobernar por igual, atendiendo sobretodo al bien común.

No es por casualidad que este 11 de abril, en donde conmemoramos la guerra contra el filibustero, sea el Sábado Santo, día especial por el dolor cristiano del sacrificio, sino porque es el antecedente del domingo de resurrección, significativo día que nos debe enseñar a seguir más unidos en ese amor por los logros en bien de los demás, no vamos a ser aniquilados, la resurrección también nos llegará.

Estamos en el buen camino y éste siempre trae buenos frutos aunque sea doloroso.

Que la inmolación de Jesús, como hombre que sufrió también en una comunidad malsana y con el poder desviado, y que también fue vendido por unas cuantas monedas, como nuestro país ahora, sea un ejemplo claro de que el sacrificio tiene su recompensa Y que la celebración de su resurrección, nos renueve las fuerzas de la lucha patriótica, que también se consolida con los ideales cristianos y universales.

La nuestra también será recuperar la paz y eliminar la desigualdad social. Una resurrección que vendrá cuando hayamos extinguido al nuevo filibusterismo.


Fuente Nuestro País




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