Obama: ¿Acaso un poco más de lo mismo?

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Por Rogelio Cedeño Castro

A medida que se van conociendo las sesudas reflexiones (¿¿??) de los Think Thanks de la derecha demócrata que no han dejado, en ningún momento, de permanecer próximos al entorno del presidente electo de los Estados Unidos, Barack Obama, nos damos cuenta de que se produjo un retorno a la normalidad, una vez pasada la euforia de la campaña electoral y las elecciones recientes: el Washington Post, el New York Times y el Christian Science Monitor, pero sobre todo sus propietarios, pueden respirar aliviados ya que el mandatario que se instala, a partir de hoy, en el salón oval de la Casa Blanca no desentonará en ninguna nota de la melodía imperial de siempre. Solo es asunto de sentarse a esperar y a escuchar con atención, en medio del ruido de los festejos del cambio de mando, para reconocer el inconfundible leitmotiv de siempre.

La descalificación a priori de la figura del presidente venezolano, Hugo Chávez Frías, escuchada en boca del propio Barack Obama, forma ya parte de los lugares comunes del ejecutivo estadounidense entrante y su entorno, por lo que no habrán grandes novedades al respecto, durante la nueva administración. Es así como el nuevo mandatario dijo que el presidente de Venezuela era un obstáculo para el progreso de la región, aunque resaltó la importancia de ese país para la economía regional y la necesidad de ser cuidadosos en materia diplomática. Como siempre, en Washington definen que debe ser el progreso para nosotros y desautorizan a quienes se atrevan a pensar por su cuenta. Cuba, por su parte, deberá someterse a los designios imperiales si desea, al menos, ser escuchada y en cuanto al campo de concentración, ubicado en la Base Naval de Guantánamo, una afrenta colonial, se afirma que su cierre no ocurrirá tan pronto como se había pensado.

El rosario de lugares comunes de la llamada democracia americana y su vocación imperial, fruto de la gracia divina, comenzarán a desplegarse en boca del nuevo presidente y en la de la nueva secretaria de Estado, la señora Hillary Clinton, quien será una verdadera primera ministra en funciones. Es allí donde podremos seguir constatando, casi a diario, lo poco que las elites estadounidenses han aprendido acerca de América Latina y la voluntad de sus pueblos de redefinir sus propias sociedades, al mismo tiempo que buscar relaciones con los Estados Unidos y Europa, basadas en el respeto mutuo y en el establecimiento de un auténtico diálogo entre las partes.

La vocación colonial e imperialista seguirá siendo una tentación muy poderosa para quienes ocupen la Casa Blanca, aunque es posible que los demócratas procuren no ser tan burdos como la ultraderecha republicana y su voluntad de convertir a los Estados Unidos, en el principal rogue state planetario del cambio de siglo. De tanto calificar a otras naciones como estados fuera de la ley su vocación totalitaria los llevó a convertirse en el más importante de ellos, de ahí la importancia de la pregunta ¿Por qué tanta obsesión del señor Bush Jr por sacar a sus agentes y a sus soldados de la jurisdicción de la Corte Penal Internacional de La Haya?

El silencio en sordina frente a la provocación, en el terreno militar y diplomático, montada por parte del lobby nazi-sionista, tanto en Washington como a través de la actuación criminal de los políticos y militares israelíes, quienes ordenaron y ejecutaron la masacre en contra de la población de la Franja de Gaza, ahora convertida en el principal Gueto del Mundo, ha sido la nota principal de las actuaciones de Barack Obama. Frente a lo que aparecía, de manera evidente, como una jugada para obligar al nuevo gobierno de Washington a no tener otra política que la del belicismo desenfrenado, Barack Obama apareció muy débil y presto a saltar al carro de las políticas genocidas del nazi-sionismo.

Con las manos salpicadas de sangre iraquí, palestina, venezolana (recordemos a los mártires del Puente Llaguno, del 11 de abril de 2002, en Caracas), afgana, pakistaní y hasta de sus propios compatriotas el criminal que ocupó la Casa Blanca de Washington, hasta el día de hoy, dice retirarse con la conciencia tranquila. Ese rechazo autista a tomar siquiera un mínimo contacto con la realidad, propio del señor George Bush Jr y de otros fundamentalistas religiosos de su calaña, debe hacernos reflexionar sobre los peligros que corre la humanidad entera, cuando las decisiones más importantes quedan en manos de esta clase de gentes, sin contrapeso alguno.


Columna LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (192).
Martes 20 de enero de 2009.




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