Minería… ¡YA BASTA!

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Por Manuel Morales Alpízar

Dice el politólogo Rodolfo Cerdas, en su columna de La Nación, que la ruta actual tomada por el gobierno de Oscar Arias es equivocada y peligrosa, y que "lanza a toda una generación a la desesperación y a la ira" (LN, Domingo 26 de Octubre de 2008).

Tiene razón don Rodolfo. El actual gobierno de Costa Rica, en vista del estancamiento político, la parálisis ejecutiva reinante y el incumplimiento de sus metas, a menos de dos años del final de su administración, y en medio de una crisis financiera mundial, parece haber optado por la toma de medidas impetuosas e irreflexivas que, en el corto plazo, sean capaces de maquillar una tendencia negativa en los indicadores macroeconómicos generales.

El decreto de "proyecto de conveniencia nacional", con el que se pretende abrir camino a la explotación minera aurífera a cielo abierto en Las Crucitas de San Carlos, es un ejemplo claro de ello.

La ejecución de las obras para este propósito implica pasarle por encima a una serie de leyes y normativas ambientales como la veda a la tala del almendro amarillo, tomada ante la inminente desaparición de las lapas verdes del territorio nacional. Y esto, aducen, vale la pena porque la empresa minera generará cientos de empleos directos e indirectos e ingresos fiscales anuales multimillonarios al país, además de que se ha comprometido a mitigar sus efectos ambientales con la siembra de nuevas hectáreas de bosque en otras localidades.

Al igual que el Presidente y su Ministro de Ambiente, hay muchas otras personas a quienes los números les cierran, en este sentido, para justificar la racionalidad de una decisión como ésta. En La Nación del 25 de Octubre, sugiere un empresario en un artículo de opinión que la vociferación que se ha despertado en contra de este acto responde a un repentino interés nacional por proteger a "35 lapas verdes" en una zona fronteriza cuyo desarrollo socioeconómico ha sido históricamente ignorado por todos, ambientalistas incluidos.


¿35 lapas verdes?


Solamente quien no entiende de ecología podría considerar que toda esta "vociferación" es el producto, simplemente, de la romántica defensa de unos cuantos árboles y aves exóticas. El equilibrio sistémico de la Ecología incluye, en su compleja red de intercambios vitales, al ser humano y sus actividades productivas y económicas. No se trata de un ideal excluyente o al margen de los intereses y supervivencia de quienes conviven con la Naturaleza. Esto es algo que ha tomado al Mundo décadas de explotación desmesurada y deterioros ambientales irreversibles para darse cuenta de que la ciega ambición industrial y un consumismo desenfrenado nos están conduciendo a una catástrofe ecológica.

Y todavía hoy, hay quienes reniegan de la veracidad de sus consecuencias, como el calentamiento global, y continúan creyendo una necesidad ineludible abrir las puertas a un "desarrollo" industrial insostenible.


¿Por qué tanto interés en evitar la minería a cielo abierto?

La urgencia de evitar este proyecto minero en Las Crucitas obedece no solamente a conservar cientos de hectáreas de bosques, almendros, lapas y otras especies en la zona, sino también a cientos de familias locales que están siendo engañadas con el espejismo de una falsa prosperidad.

Y obedece, también, a que hace rato nos llegó el momento de establecer y defender a toda costa la innegociable y firme postura de una nueva generación que exige terminar, de una vez por todas, con la ligereza de una burocracia inconsciente e incapaz, y con la amenaza de un desarrollo a contrapelo de la sostenibilidad de los recursos finitos de los que dependemos nosotros y los que están por venir.

La explotación minera a cielo abierto es un negocio de enormes corporaciones transnacionales con un espantoso historial de devastación ambiental, fomento a la corrupción y largas huellas de comunidades fantasmas, enfermas, con sus tierras en ruinas y abandonadas a una suerte oscura, una vez finalizada la extracción de los minerales.

En estos yacimientos, que abarcan grandes extensiones, para hacer un "anillo de oro", se extraen hasta 20 toneladas de roca, para lo cual la tierra es dinamitada y, con modernos y enormes equipos de excavación, se destruyen montañas en cuestión de horas. Con ello, se hace rentable para la compañía minera la extracción de ¡1gramo! de oro. Sí, un gramo, por toneladas de escombros. Para separar el mineral, son utilizadas grandes cantidades de cianuro y "sopas químicas" preparadas con enormes volúmenes de agua y tóxicos. Es normal que cada día se muelan hasta 3000 toneladas de roca y sean usadas 6 toneladas de cianuro.


Las implicaciones de ello en la calidad de vida local incluyen:

  • Contaminación del agua superficial y del subsuelo, con arsénico, cianuro y otros tóxicos.
  • Enfermedades respiratorias y gastrointestinales
  • Despojo de tierras a poblaciones originarias.
  • Destrucción de ecosistemas completos de flora y fauna.
  • Destrucción de economías locales y sitios arqueológicos.
  • Destrucción de posibles fuentes laborales en actividades turísticas y servicios asociados.
  • Contaminación del aire por rocíos químicos y residuos finos (polvos), gases y vapores de cianuro, mercurio, azufre y ácido sulfúrico, que permanecen por años en la naturaleza.
  • Utilización de hasta 100 millones de litros de agua al día, parte de los cuales son devueltos contaminados a los acuíferos.
  • Cientos de hectáreas de tierra dejada en ruinas inservibles e irrecuperables.


Ira y desesperación


Pertenezco a esa generación que menciona don Rodolfo. Siento ira y desesperación ante lo que sigue sucediendo a nuestros ojos. Ira, por la hipocresía y el doble discurso de un gobierno que habla de "paz con la naturaleza", pero en los hechos vende nuestras playas, nuestros bosques y nuestra verdadera riqueza, que nos es dorada sino verde, al mejor postor. Desesperación, porque se nos agota el tiempo y se nos agota este país, y quienes nos gobiernan siguen cambiando cuentas de oro por espejos…

Y todo esto, en medio de una crisis económica mundial generada por la miopía de quienes, en su avaricia y seducidos por la estulticia de números alegres y bonanzas de corto plazo, hipotecaron la estabilidad de los países más desarrollados. ¿Es ese el rumbo, señores gobernantes?

¡YA BASTA!!!


El énfasis es nuestro



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