Sí a la unión entre parejas del mismo sexo

|


Por: Jeudy Blanco Vega


Soy heterosexual felizmente casado y día a día veo con asombro cómo se opone resistencia a que se equiparen los derechos civiles de los homosexuales con los del resto de la sociedad. No he leído ni un solo argumento que me convenza de lo negativo de estas uniones.

Dicen algunos que el proyecto va en contra de los derechos del resto de la sociedad. Explíqueme alguien en qué perjudica esto mis derechos y los de mi esposa como familia. Otros dicen que viola la “ley moral natural”. Sin embargo, las leyes de conducta de una sociedad no son fijas: evolucionan y se adaptan a los diferentes contextos y tiempos, gracias en gran parte a la lucha de los grupos oprimidos.

Prácticas que alguna vez fueron universalmente aceptadas como naturales, como la esclavitud, hoy han sido superadas. Era natural pensar que el hombre fuese superior a la mujer en todo y, sin embargo, después de años de lucha la sociedad empieza a aceptar la igualdad de género. Hace solo unas décadas, en los Estados Unidos se consideraba natural que los negros se sentaran en la parte trasera de los autobuses; y hoy, por primera vez en la historia de ese país, un negro es candidato a la presidencia con posibilidades reales de ganar.

Cosas que hace siglos o incluso décadas eran aceptadas como “ley moral natural” hoy nos parecen aberraciones superadas. En otros argumentos usan el estereotipo de que las relaciones entre homosexuales son inestables y por tanto poco aptas para la formación de una familia, o que darán un mal ejemplo a las nuevas generaciones, como si la inestabilidad y malos ejemplos no se dieran en parejas convencionales y fueran un mal exclusivo de los homosexuales. Debería ser claro que la estabilidad de una pareja no depende del género o preferencias sexuales de sus integrantes: todas son susceptibles de triunfar o fracasar. Lo más importante para que una pareja sea estable y constituya un buen ambiente para la formación de una familia es el amor entre sus integrantes; y si ese amor surge libremente entre una pareja homosexual de adultos responsables por sus actos, no debe deslegitimarse, no hay justificaciones válidas para hacerlo. Es el colmo que en nuestro país, extranjeros se puedan casar con indigentes por la libre para obtener su residencia, pero una pareja de años de relación y amor no lo pueda hacer por puros prejuicios.

Por último, quedan los argumentos religiosos, aunque no se está obligando a ningún credo a realizar “matrimonios”. Vivimos en un país donde existe libertad de culto, donde una persona puede tener las creencias religiosas que desee (o no tener ninguna) y no por ello verse sujeta al criterio de ninguna religión en particular. Estamos hablando de derechos civiles, otorgados por un Estado que cobija a ciudadanos de todas las razas, credos, géneros y sí, también, preferencias sexuales. La separación entre iglesia y Estado en este punto debe ser contundente.

Fuente: La prensa libre



También leer:
De mitos y monstruosidades


El énfasis es nuestro

Foto tomada de: The gay parenting page


0 comentarios:

 

©2009 Sin pelos en la lengua... NO AL TLC | Template Blue by TNB