Inflación y crisis económica: algunos breves apuntes

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Por Luis Paulino Vargas Solís

1) En el corto plazo la inflación golpea principalmente a los pobres y, en particular, a la población asalariada, ya que generalmente los aumentos de salarios se quedan muy por detrás de los de los precios. Sin embargo, en períodos largos, cuando otros factores más complejos entran en juego, esa relación puede cambiar.

Así por ejemplo, Panamá y El Salvador han tenido por muchos años tasas de inflación inferiores a las de Costa Rica, pero con peores índices de pobreza y desigualdad. Otro caso: Estados Unidos ha tenido en los últimos 15 años tasas de inflación inferiores a las que tenía en los años cincuenta y sesenta del siglo XX, pero con niveles de pobreza y desigualdad más elevados.

2) Estamos entrando en un período de inflación relativamente alta. Esto podría agravarse en los próximos meses como consecuencia de la mezcla de una serie de situaciones problemáticas. Primero, el aumento de precio de los combustibles fósiles y de los alimentos, en el contexto de las crisis mundiales de los alimentos y la energía. Segundo, el problemático contexto nacional resultante de que los gobiernos de los últimos 24 años -todos de idéntico signo ideológico- tomaron muchas decisiones erróneas que ahora hacen sentir sus consecuencias negativas.

Entre estas pésimas decisiones: el cierre del ferrocarril y la desaparición de toda inversión en infraestructura ferroviaria; el estímulo a la importación -sin restricción alguna- de vehículos particulares; el descuido respecto de la calidad del transporte público; la escasísima inversión en infraestructura vial y, por lo tanto, su pésimo estado. Y, por supuesto, las políticas destinadas a desmantelar la producción campesina y la agricultura de producción de alimentos básicos. Ninguna de estas cosas se corrige en unos pocos meses ni mediante medidas improvisadas y de última hora. Ello augura días difíciles.

3) En 2004 empieza un período de auge económico, cuyo punto culminante tuvo lugar en 2006. Algunas de sus manifestaciones se mantienen hasta el momento actual. Este llamado auge se ha originado principalmente en lo financiero, vale decir, no surge de la modernización de la economía ni del aumento de la productividad. En cambio, sus dos motores principales -que en realidad constituyen una sola locomotora- han sido los flujos de capital extranjero (no solo la inversión extranjera directa) y el crédito al sector privado.

El auge ha explotado de forma más espectacular en la construcción y la especulación inmobiliaria, y desde el lado del gasto se ha visibilizado en un gran aumento del consumo de las familias y la inversión de las empresas. Ha sido una especie de enorme burbuja especulativa inflada por el endeudamiento desbocado de familias y empresas y la hipertrofia inmobiliaria.

Así pues, es un auge especulativo, ficticio y, por lo tanto, insostenible. En este momento entramos en una etapa de reversión, empujado por la recesión internacional, y las crisis mundiales y combinadas del crédito, las finanzas, los combustibles y los alimentos. No por casualidad el Banco Central perdió más de US$ 500 millones de sus reservas en menos de dos meses, y tan solo en la última semana se le esfumaron US$ 99 millones.

4) Es muy probable que pronto se reinicie el proceso de devaluación del colón. Ojalá no se agudice en exceso. Esto agravará la inflación y, sin duda, las tasas de interés iniciarán (ya lo hicieron) un curso ascendente. Empezará entonces la dolorosa resaca resultante de los excesos del endeudamiento acumulado en los últimos años.

5) Vienen tiempos difíciles, ¿Cómo se prepara la UNED para enfrentarlos y qué propuestas formularemos ante la sociedad costarricense para ayudar a encontrar soluciones creativas, justas y democráticas? Para mi es llamativo -además de preocupante- que, en general, las altas autoridades universitarias hayan recibido con total indiferencia mi documento “Ascenso y caída: la economía costarricense frente al reto de la crisis mundial (2000-2008)”. Sin duda, este trabajo no es la última palabra sobre el asunto, pero, cuanto menos, constituye un aporte -aunque modesto- a una reflexión que, en este momento, debería ser prioritaria.



Fuente Tribuna Democrática


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