Chabela

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Carmen Lyra con Manuel Mora


Hoy que se nos quiere imponer un pensamiento único, ahora que para ser demócrata y respetuosa de la institucionalidad debo callar y aceptar la imposición, la arrogancia, la violencia, la manipulación, la trampa y la mentira; quiero compartir con ustedes unas palabras de Carmen Lyra:


"Mientras estuve pegando remienditos sociales en la escuela y escribiendo prosa romántica con metáforas inofensivas para la injusticia que me rodeaba, tuve fama de ser una excelente persona, de muy buen corazón y una fina escritora.

Pero cuando me di cuenta que había que hacer algo mas que remiendos sin trascendencia, que había que luchar directamente contra el régimen capitalista, la gente cambio de opinión con respecto a mi: ahora dicen que estoy loca, que tengo envidia de lo ajeno, que ya no escribo como antes, que he decaído en el arte de la literatura ."


CHABELA

Por Joaquín Gutiérrez


Fueron tus cinco dedos de alga suave
la mano que deseé tanto en mi ausencia.
Tu voz de abeja la añoró mi oído
en tierra extraña.

Si antes pensaba regresar un día
otra vez a la patria, era tan sólo
por irte a ver, por conversar contigo,
tocar tu puerta.

Ahora cierro los ojos y te miro
mi pequeño nidito de gorriones,
rocío de alba, flor de greda pura,
canto de abeja.

¿Dónde los tristes reclinar podrían
ahora sus cabezas si les falta
tu regazo moreno de torcaza,
cojín tan blando?.

No tenías ningún pan y diste tantos,
panecillo tú misma, en el rescoldo.
Somos avaros de lo que dejaste.
Tú, sigues dando.

Dolía tu grito:- ¡Dadme a mi pueblo,
quiero volver, quiero volver, dejadme!
Eras sólo una sombra de canela
hecha pedazos.

Quiero volver decías, y te aventaban.
Tuviste que morir para lograrlo.
Ciega ya para siempre tu mirada
no eras temible.

Volviste y te llevaron los obreros
hasta la tierra en brazos, en tu caja.
Te besaban la frente y sus espinas,
niña dormida.

Moreno caracol, raíz de violeta,
párpado humilde, pequeñita antorcha,
¿dónde te fuiste? Dínoslo, Chabela,
para seguirte.

¿Qué te hace falta? ¿Acaso me recuerdas?
¿Cala la lluvia los terrones grises?
¿Has perdonado ya lo que te hicieron?
¿Estás llorando?

Estas palabras son de enamorado,
nunca he probado un licor tan dulce.
Tanto bebimos de él, tanto bebimos
que lo acabamos.

Que en paz descanses, linda camarada,
y que jamás nos dejes. Y el gran día,
cuando se llene el aire de estandartes
de roja púrpura,

Podrás, tal vez, volver a estar contenta.
Y una noche en que estemos todos juntos,
Manuel y Carlos Luis, Luisa y Calufa,
Guzmán y Arnoldo,

también los que murieron, Federico,
Vaglio, Montiel, la compañera Rosa,
vuelve, regresa y con tu voz más suave
cuéntanos cuentos.

En las calles la fiesta de los pueblos,
la victoria final, pero ninguno
querrá ir y perderse una palabra
de Tío Conejo.

Y si algún hijo de tus enemigos
se va acercando al mágico llamado
de tus maravillosas aventuras:
¡Déjalo que oiga!


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