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Victoria popular en Ecuador

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El intento de golpe de Estado en Ecuador ha sido abortado, por ahora.

Ha sido el pueblo ecuatoriano movilizado desde el primer momento en defensa de su Presidente, el principal protagonista de esta victoria. Enfrentando las balas y los gases de los policías golpistas, los ecuatorianos revolucionarios y demócratas salieron a la calle y expresaron durante las once horas de secuestro de Rafael Correa su disposición a luchar hasta las últimas consecuencias.

Esa actitud valiente del pueblo fue honrada por el Presidente Correa, que durante todo el tiempo mantuvo firme su dignidad y la responsabilidad histórica con los sectores populares y progresistas que lo llevaron con su lucha y con sus votos al Gobierno.

La decisión de Correa de preferir morir antes de venderse o de rendirse, galvanizó la decisión de lucha del pueblo y alertó a la opinión pública internacional.

La condena prácticamente unánime del mundo progresista y de casi todos los gobiernos de la comunidad internacional, jugó un papel también de suma importancia, dado el silencio cómplice de la administración estadounidense.

El ejército que en medio de vacilaciones finalmente acudió al rescate de Correa del secuestro policial, demostró estar dividido entre un sector constitucionalista que condenó inmediatamente la asonada policial, y otro sector proyanqui y títere de la oligarquía que trató de justificar el levantamiento armado.

Es un triunfo que podría conducir a una mayor consolidación del gobierno de Correa, pero también expresión de las graves amenazas que penden sobre los gobiernos democráticos y progresistas de Ecuador y de América Latina. El peligro no ha desaparecido, al contrario, se ha encendido la señal de alerta y debemos mantenernos en vigilia permanente frente a un enemigo que no duda en el crimen para que nada cambie en Ecuador y en Nuestra América.

El imperio y la derecha latinoamericana están desarrollando una contraofensiva, para tratar de frenar y revertir los procesos revolucionarios y democráticos que tienen lugar en América Latina.

El golpe en Ecuador siguió el mismo guión que en Honduras. Sin embargo no sólo la derecha aprendió de Honduras. La respuesta al golpe de Ecuador ha sido mucho más rápida, efectiva y contundente del conjunto de fuerzas patrióticas y democráticas de todo el Continente. La rápida reacción del pueblo ecuatoriano, el coraje y la claridad de Correa, la condena inmediata de la UNASUR, del ALBA, de los medios de comunicación alternativos, las movilizaciones frente a muchas embajadas de Ecuador, expresa también una correlación de fuerzas en América Latina que puede movilizarse favorablemente para el polo del progreso, de la soberanía y de la democracia.

La misma resistencia valiente y tenaz del pueblo hondureño, y la actitud recta del presidente Manuel Zelaya, también son una advertencia de que no se pueden dar golpes de Estado impunemente en la América Latina de hoy. Pueden sacar a un presidente, incluso asesinarlo, pero no pueden sofocar la rebeldía de pueblos que no están dispuestos a someterse al poder corrupto y criminal de las derechas latinoamericanas.

Desde el Frente Amplio de Costa Rica saludamos con emoción y solidaridad al pueblo ecuatoriano, a su Presidente Rafael Correa y a su Gobierno. Celebramos la victoria, pero sabemos como lo afirma el Presidente Correa que los acontecimientos de hoy, no son hijos de una acción aislada de la policía, detrás del golpe están los de siempre, las mismas fuerzas reaccionarias que convirtieron a América Latina en una fábrica de hacer pobres, de corrupción y de crimen organizado. Los pueblos unidos y movilizados podemos vencer, como lo ejemplifica la victoria popular en Ecuador.


Comité Ejecutivo Nacional

Partido Frente Amplio



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El espejo de Uribe

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Por Atilio Boron

La Cumbre de la UNASUR en Bariloche tendrá que enfrentar dos gravísimos problemas que abruman a América Latina: el golpe militar en Honduras y la militarización de la región como resultado de la instalación no de una sino de siete bases militares norteamericanas en Colombia.

En relación a lo primero la UNASUR deberá exigirle a Barack Obama coherencia con sus propias declaraciones a favor de una nueva era en las relaciones interamericanas. Como lo hemos reiterado en numerosas oportunidades este golpe es un globo de ensayo para testear las respuestas de los pueblos y los gobiernos de la región. Y si tiene lugar en Honduras es precisamente porque fue ese el país más meticulosamente sometido a la influencia ideológica y la dominación política de Washington.

Fracasada la negociación de la OEA Washington procedió a suspender la emisión de visas para los ciudadanos de Honduras. Medida tibia, muy tibia, pero síntoma de que está tomando nota del clima político imperante en la región. Pero Obama debe hacer mucho más, y dejar de lado el falaz argumento que expresara hace unos pocos días cuando se refirió a la contradicción en que incurrirían los críticos del imperialismo al exigirle ahora que intervenga en Honduras. Es “irónico” –dijo en esa ocasión- “que algunos de los que han criticado la injerencia de Estados Unidos en América Latina se quejen ahora de que no está interfiriendo lo suficiente”.

Sabemos que Obama no está demasiado informado de lo que hacen sus subordinados civiles o militares, para ni hablar de los servicios de inteligencia. Pero debería saber, por ser tan elemental, que Estados Unidos viene interviniendo en Honduras desde 1903, año en que primera vez los marines desembarcaron en ese país para proteger los intereses norteamericanos en un momento de crisis política.

En 1907, en ocasión de la guerra entre Honduras y Nicaragua, tropas estadounidenses se estacionaron durante unos tres meses en las ciudades de Trujillo, Ceiba, Puerto Cortés, San Pedro Sula, Laguna y Choloma. En 1911 y 1912 se reiterarían las invasiones, en este último caso para impedir la expropiación de un ferrocarril en Puerto Cortés. En 1919, 1924 y 1925 fuerzas expedicionarias del imperio volverían a invadir Honduras, siempre con el mismo pretexto: salvaguardar la vida y la propiedad de ciudadanos norteamericanos radicados en este país. Pero la gran invasión ocurriría en 1983, cuando bajo la dirección de un personaje siniestro, el embajador John Negroponte, se establecería la gran base de operaciones desde la cual se lanzó la ofensiva reaccionaria en contra del Sandinismo gobernante y la guerrilla salvadoreña del Frente Farabundo Martí.

Obama no puede ignorar estos nefastos antecedentes y por lo tanto debe saber que el golpe contra Zelaya sólo fue posible por la aquiescencia brindada por su gobierno. Lo que se le está pidiendo es que Estados Unidos deje de intervenir, que retire su apoyo a los golpistas, único sustento que los mantiene en el poder, y que de ese modo facilite el retorno de Zelaya a Tegucigalpa. La Casa Blanca dispone de muchos instrumentos económicos y financieros para disciplinar a sus compinches. Si no lo hace es porque no quiere, y los gobiernos y pueblos de América Latina deberían sacar las conclusiones del caso.

En relación al segundo problema, las bases norteamericanas en Colombia, es preciso decir lo siguiente. Primero, que el imperio no tiene diseminadas 872 bases y misiones militares a lo ancho y largo del planeta para que sus tropas experimenten las delicias del multiculturalismo o de la vida al aire libre. Si las tiene, a un costo gigantesco, es porque tal como lo ha dicho Noam Chomsky en numerosas oportunidades, son el principal instrumento de un plan de dominación mundial sólo comparable al que en los años treintas alucinara a Adolf Hitler.

Pensar que esas tropas y esos armamentos se desplegarán en América Latina para otra cosa que no sea asegurar el control territorial y político de una región que los expertos consideran como la más rica del planeta por sus recursos naturales -acuíferos, energéticos, biodiversidad, minerales, agricultura, etcétera- constituye una imperdonable estupidez. Esas bases son la avanzada de una agresión militar, que puede no consumarse hoy o mañana, pero que seguramente tendrá lugar cuando el imperialismo lo considere conveniente.

Por eso la UNASUR debe rechazar enérgicamente su presencia y exigir la suspensión del proceso de instalación de las bases. Y, además, aclarar que este no es un “asunto interno” de Colombia: nadie en su sano juicio puede invocar los derechos soberanos de un país para justificar la instalación en su territorio de fuerzas y equipamientos militares que sólo podrán traer destrucción y muerte a sus vecinos. Cuando en los años treinta Hitler rearmó a Alemania los Estados Unidos y sus aliados pusieron el grito en el cielo, sabedores que el paso siguiente sería la guerra, y no se equivocaron. ¿Por qué ahora sería diferente?

Segundo: mientras Uribe sea presidente de Colombia no habrá solución a este problema. Él sabe, como todo el mundo, que Estados Unidos ha venido confeccionando un prontuario que no cesa de crecer en donde se lo califica de narcotraficante y de cómplice de los crímenes de los para militares. En 2004 el Archivo Federal de Seguridad de Estados Unidos dio a conocer un documento producido en 1991 en el que se acusa al por entonces senador Álvaro Uribe Vélez de ser una de los principales narcotraficantes de Colombia, referenciado como el hombre número 82 en un listado cuyo puesto 79 ocupaba Pablo Escobar Gaviria, capo del cartel de Medellín.

El informe, que puede leerse en http://www.gwu.edu/%7Ensarchiv/NSAEBB/NSAEBB131/dia910923.pdf asegura que el hoy presidente colombiano “se dedicó a colaborar con el cartel de Medellín en los más altos niveles del gobierno. Uribe estaba vinculado a un negocio involucrado en el tráfico de narcóticos en Estados Unidos. Su padre fue asesinado en Colombia por su conexión con los narcos. Uribe trabajó para el Cartel de Medellín y es un estrecho amigo personal de Pablo Escobar Gaviria ...(y) fue uno de los políticos que desde el Senado atacó toda forma de tratado de extradición.”

Por lo tanto, Uribe no tiene ningún margen de autonomía para oponerse a cualquier pedido que provenga de Washington. Su misión es ser el Caballo de Troya del imperio y sabe que si se resiste a tan ignominiosa tarea su suerte no será distinta de la que corrió otro personaje de la política latinoamericana, presidente también él: Manuel Antonio Noriega, quien una vez cumplida con la misión que la Casa Blanca le asignara fue arrestado en 1989 luego de una cruenta invasión norteamericana a Panamá y condenado a 40 años de prisión por sus vinculaciones también con el cártel de Medellín.

Cuando Noriega dejó de ser funcional a los intereses del imperio pasó velozmente y sin escalas de presidente a prisionero en una celda de máxima seguridad en los Estados Unidos. Ese es el espejo en que día y noche se mira Uribe, y eso explica su permanente crispación, sus mentiras, y su desesperación por volver a ser elegido como presidente de Colombia, convirtiendo a ese entrañable país sudamericano en un protectorado norteamericano, y a él mismo en una suerte de procónsul vitalicio del imperio, dispuesto a enlutar a todo un continente con tal de no correr la misma suerte que su colega panameño.

- Dr. Atilio A. Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina.


Fuente ALAI

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Respaldo unánime a Morales

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Andrea Henríquez
, Santiago

Después de más de seis horas de intensa discusión, los jefes de Estado y representantes de la Unión de Naciones Suramericanas reunidos en Santiago en sesión extraordinaria, emitieron una declaración conjunta sobre la crisis política que enfrenta Bolivia y dieron un respaldo pleno al gobierno constitucional del presidente Evo Morales.

Los gobiernos de los 12 países que conforman Unasur afirmaron que no reconocerán hechos que impliquen un intento de golpe civil, ruptura institucional o que afecten la integridad territorial del país altiplánico.

Haciendo alusión a "dolorosas experiencias anteriores de crisis políticas que han enseñado la importancia de evitar la violencia", la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, dio a conocer el contenido del manifiesto en la sede gubernamental, el Palacio de La Moneda.

"Siempre es posible realizar un esfuerzo más para construir acuerdos y mantener la convivencia pacífica y democrática. No existe circunstancia alguna que justifique la violación a los derechos humanos, especialmente el derecho a la vida, para conseguir un objetivo político", señaló Bachelet.


"Posición firme"

El presidente Evo Morales expresó su agradecimiento a los gobiernos de Unasur por la "posición firme" de defender la democracia y la unidad de su país.

"Quiero que sepan que el gobierno junto a los movimientos sociales sólo trabajan buscando la igualdad de los bolivianos y las bolivianas, transformaciones profundas en lo estructural y en lo social, en lo cultural y en democracia", afirmó Morales.

"Es importante tener opositores, pero con propuestas y no con violencia", agregó.

Mientras se realizaba la reunión, en las afueras del palacio presidencial, frente al monumento del presidente socialista Salvador Allende derrocado en el golpe militar de 1973, más de cien manifestantes con pancartas demostraban su apoyo al mandatario boliviano.

"Evo, amigo, el pueblo está contigo", "Uh, Ah, Evo no se va", decían las consignas.


Condición

Durante toda la jornada hubo completo hermetismo frente a la prensa. Al finalizar el encuentro y en medio de una avalancha de periodistas y reporteros gráficos de medios nacionales y extranjeros, algunos mandatarios emitieron declaraciones.

"Ponemos como condición para iniciar el diálogo que los grupos que han ocupado ilegalmente edificios públicos y realizado acciones como bloqueos, cesen (sus acciones)", dijo Cristina Fernández, presidenta de Argentina.

En conversación con BBC Mundo, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se refirió a la postura de Unasur con respecto a la intervención de Estados Unidos en Bolivia denunciada por el presidente Evo Morales.

"Hasta no tener mayores pruebas no nos podemos pronunciar sobre aquello, pero obviamente hemos dado un respaldo unánime, contundente al mantenimiento de la democracia en Bolivia y a la unidad territorial. Aquí no vamos a aceptar separatismos, balcanizaciones ni nada por el estilo", señaló Correa.

Los representantes de Unasur también acordaron crear una comisión de apoyo y asistencia, y otra para acompañar los trabajos de una mesa de diálogo conducida por "el legítimo gobierno de Bolivia".


Unasur fortalecida

Según José Jara, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Chile, con este encuentro extraordinario Unasur "espera decirle al mundo que América Latina es capaz de resolver sus propios problemas. Es una señal de soberanía e independencia".

"Lo que se quiere expresar es que Bolivia debe seguir en la senda democrática, en este camino de gobiernos que se inician y terminan en su período, y que son capaces de dar respuesta a sus problemas. Nadie quiere que se produzca un golpe, eso traería inestabilidad para la región", afirmó a BBC Mundo.

El respeto a la soberanía, la integridad e inviolabilidad territorial de los Estados, la autodeterminación de los pueblos, la solidaridad, la cooperación, la paz y la democracia son algunos de los valores establecidos en el tratado constitutivo de Unasur, suscrito en mayo pasado en Brasil.

Según algunos analistas, aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar la integración regional, el objetivo central de este organismo suramericano. Sin embargo, en opinión de la presidenta Bachelet , con esta reunión y los acuerdos alcanzados "Unasur ha quedado más consolidado".


Fuente BBC Mundo

Foto ABI


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Más: Declaración de la Moneda





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