Por María Flórez-Estrada
Columna Para pensar...
Hubiera querido inaugurar esta columna hablando de cualquier otro de los muchos temas culturalmente interesantes de analizar. (Como, por ejemplo, que la población nacional se considera "la más feliz del mundo", según una reciente encuesta de Latinobarómetro). Pero, el PAC me pone a correr con el tema de la reforma fiscal que negoció con el Gobierno y el PLN. Veamos.
Para cuando usted esté leyendo esto, querido lector, querida lectora, se habrá acabado la discusión del proyecto de reforma fiscal en la Comisión respectiva de la Asamblea Legislativa (exactamente, el domingo 13 de noviembre). Tres días después, el miércoles 16, comenzará la discusión de los dictámenes en el Plenario. Y tan pronto como, probablemente, el 22 o 23 de diciembre, cuando usted esté cenando un tamal navideño, los nuevos impuestos se habrán aprobado.
"Entre gallos y medianoche" es una frase que usualmente se ha usado para referirse a la forma poco transparente y antidemocrática con que los gobiernos tradicionales han recurrido a aprovechar las coyunturas navideñas -cuando la gente tiene la cabeza puesta en el consumo o en el descanso-, para aprobar leyes que, de otro modo, probablemente se movilizaría para resistir.
Por eso, lo primero criticable de esta reforma fiscal -¿del nuevo e inusitado bipartidismo PLN-PAC?-, es que reproduzca formas de hacer política de las que la ciudadanía está harta y por cuya causa comenzó a buscar alternativas.
Segundo hecho sorprendente: a pesar de lo anterior, más de un economista generalmente anti-neoliberal se apuró a darle un respaldo sin ambages al fondo de la reforma. Para ello, adujeron que "había" que apoyarla aunque el paquete siguiera recayendo en el impuesto más regresivo de todos: el de Ventas o al Valor Agregado (IVA), porque a cambio de eso tenía elementos progresivos como los impuestos a las remesas de zonas francas a partir del 2015 y, de forma parcial, la renta global y mundial.
Y como yo escribí desde el comienzo criticando ese intercambio, y luego publiqué un artículo titulado "Hacer política desde ninguna parte", en el cual me referí al superficial tecnocratismo en que habían caído tales analistas, se me acusó gratuitamente de querer una reforma fiscal "ideal" o "perfecta". Ahora, ya comienzan a echarse para atrás y a reconocer que se trata de una mala negociación.
En todo caso, no creo que tenga nada de malo tener como horizonte lo perfecto, pero, ese no era el punto. El punto era, y sigue siendo, que una fuerza política alternativa, que defienda los intereses de las mayorías, no puede simplemente aumentar el IVA afectando así el poder adquisitivo de esas mayorías, en nombre de mantener el equilibrio macroeconómico, sin desarrollar un trabajo lo más exhaustivo posible para revisar y reordenar el gasto, reducirlo en lo que no sea sustancial, y para aumentar el Impuesto sobre la Renta, sobre el consumo suntuario y el patrimonio, de modo que aporten más quienes más capacidad económica tienen. (Por cierto que el Frente Amplio presentó un proyecto alternativo, en esta dirección, desde marzo de este año).
Además, el impuesto a las remesas de zona franca y la limitada forma en que el PLN y el PAC quieren aplicar los impuestos global y mundial, los hacen casi inoperantes en términos de recaudación, como ha declarado el propio Ministerio de Hacienda.
Y después de hacer ese trabajo responsable, todavía habría que estudiar bien la forma diferenciada y escalonada en que debería aplicarse el IVA para los distintos sectores, actividades y poblaciones.
Quiero poner un ejemplo de por qué es necesario hacer este trabajo fino y responsable, que debería llevar a postergar la aprobación de esta reforma fiscal.
Resulta que, según el propio Ministerio de Hacienda, la reforma del PLN y el PAC es "progresiva" tanto en cuanto al IVA cuanto en relación al Impuesto de Renta porque se afirma que los "más ricos" pagarán más.
Para determinar quiénes son los ricos y los pobres, dividen los ingresos promedio de los hogares y de las personas en diez grupos escalonados (llamados deciles), de modo que los "más ricos" se encuentran en los deciles diez y nueve, los distintos niveles de "ricos" en los deciles ocho a seis, la "clase media" se en el quinto decil, y los distintos niveles de pobres son repartidos en los deciles cuatro al uno.
Pero, ¿saben ustedes cuál es el ingreso promedio por hogar del decil cinco, es decir, de los hogares de "clase media" según las cifras utilizadas por Hacienda? Apenas ¢355.892 ($711).
¿Y cuál es el ingreso promedio por hogar en el decil "más rico"? A partir de ¢2.017.912 ($4.036). ¡Es decir, que según esta división, tan rico es un hogar que tenga esa cifra de ingreso, como el hogar del gerente del Banco Nacional, que en marzo de 2010 tenía un salario de ¢12.7 millones ($25.400)!
¿A cuánto ascenderán los salarios -más las rentas y alquileres- del estrato gerencial del sector financiero privado, para seguir con el ejemplo? ¿Quiénes son verdaderamente los más ricos y cuántos son?
De la misma forma, con ese criterio, son "ricos" los hogares de los deciles seis a ocho, que tienen ingresos promedio de: ¢486.874 ($974); ¢562.329 ($1.125); y ¢701.079 ($1.402), respectivamente. Y sobre estos "ricos" hogares y la "clase media", recae buena parte del peso de la reforma, a través del IVA y de un poco sofisticado Impuesto sobre la Renta.
Igualmente sucede con la protección a los pobres mediante las exoneraciones planteadas al IVA:
según los propios datos de Hacienda, los hogares del decil uno, que son los más pobres, con un ingreso promedio de ¢105.245, a pesar de la canasta exonerada, de aprobarse la reforma tendrían que pagar ¢14.806 adicionales por año por persona, por efecto del IVA.
Por ejemplo, según los datos del INEC para el 2009, se verían afectadas un total de 1.935.926 personas (casi la mitad de la población) que integraban los primeros cuatro deciles de la población pobre. Tomando en cuenta que el promedio de integrantes de esos hogares pobres era de cuatro personas, la pérdida de poder adquisitivo anual que sufrirían, por el pago del IVA, equivaldría a ¢59.224, o el 4.6% de su ingreso. Además, habría que agregar la pérdida por la inflación, que el Banco Central estima en otro 4.6%. Esto implicaría, para esos hogares pobres, una pérdida neta de ¢118.448 que, como puede verse, equivale a un mes de ingreso.
(¡También por la lógica de reproducción de la pobreza y de las enfermedades gastrointestinales del Ministro Herrero, sabemos que, según el proyecto PLN-PAC, los pobres deberán seguir condenados a no comer las saludables frutas, que el Ministro y sus economistas no quieren incluir en la canasta exonerada porque esto haría más regresiva a la reforma!)
Es claro que el "lente" que utiliza Hacienda para establecer quiénes son los ricos y quiénes son los pobres, en Costa Rica, es muy grueso, de manera que quienes obtienen un ingreso apenas suficiente, ya son "clase media". Sin embargo, hay otras maneras de hacer las cosas. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Costa Rica sobre los "Determinantes socioeconómicos del consumo de los estratos más altos de Costa Rica", de Allan Hernández, encontró que, en nuestro país, los hogares más ricos se caracterizan por lo siguiente: obtienen ingresos de rentas y alquileres, los "jefes" son hombres que son patronos, y residen concentradamente en el área urbana de la región central.
Para lograr estas conclusiones, se afinó el análisis de modo que fuese posible encontrar las diferencias significativas, sobre todo a medida que aumentaba el ingreso de los sectores más ricos. Un conocimiento así debería ayudar a tasar más a quienes cumplen ese perfil y menos aún a quienes no lo cumplen, incluso en términos regionales.
Sin duda se requiere de una reforma tributaria, pero no para tapar los huecos dejados por las fiestas del clientelismo político, sino para redistribuir la riqueza en una Costa Rica en la que, gracias a la política tradicional y al modelo que privilegia el enriquecimiento de unos pocos, la desigualdad social no deja de crecer.
Esta es una reivindicación típicamente progresista y de izquierda. Por eso mismo, el PAC todavía puede rectificar y promover que se discuta y acuerde una reforma tributaria que sea responsablemente progresiva y que se realice con una amplia participación ciudadana en su discusión.
Fuente: Diario Digital Nuestro País
Imagen: El Roto
El énfasis es nuestro
2 comentarios:
Con esto del Plan Fiscal, una y otra vez insisten en ignorar el fondo del asunto, y es que no se trata del impuesto que quieren aplicar o a quién (que también es importante, claro). Lo primero es ver para dónde se va la plata recolectada por los impuestos. Con cualquier cantidad de presupuestos subejecutados, carteles dudosos, contrataciones oscuras, asesorías que parecen duplicar el trabajo de áreas enteras, uno bien podría decir que la plata se tiene, lo que falta es el rigor para canalizarla a donde debe ir y darle el seguimiento necesario para asegurarse que esos fondos no se desvíen.
Segundo, si la plata no alcanzara, bueno, fijarse cuánto se deja de recaudar y por qué no se recauda.
Ya luego si se tiene orden en las finanzas, la recolección de impuestos es efectiva y ni aún así alcanza la plata, entonces, sí, aumentemos impuestos y entonces entremos a ver a dónde hay que encajar el impuesto, quién puede pagar más y de ahí sacar el gordito. PERO, inventarse un paquetico de impuestos que le caiga de lleno a la clase baja y media, sacando plata de donde fijo se recauda, arrancándosela a quien más lo necesita, está mal. Y peor aún si se mantiene la desorganización y la fiesta con los fondos públicos, condonando con la plata del pueblo almuercitos millonarios y rides en avioneta a la casa por que dejaron la licencia en Liberia o les da perecilla bancarse las presas de San José, o para no sacar el carro porque tiene restricción.
Que hay que recuperar esa plata que despilfarraron? Por supuesto. Pero esa facturita no se tiene que hacer a nombre del Pueblo Costarricense, sino a nombre de los hermanitos Arias y su partida de zopilotes. Aquí hay patadas, pero no son pa todos.
Totalmente de acuerdo. Lo más importante es cobrar bien los impuestos, usarlos de forma responsable y parar el despilfarro.
Se sabe que hay una evasión aproximada del 60% en renta y del 66% en ventas, y aún así quieren más impuestos.
Guillermo Zúñiga -Ministro de Hacienda durante el gobierno de OAS- decía en 2007 que teníamos superávit, hoy estamos quebrados y los culpables (con complicidad del PAC y el PASE) quieren que nosotros paguemos los platos rotos.
Saludos y gracias por comentar.
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