Nos demandan por ejercer un derecho

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Por Dr. Freddy Pacheco*

frepaleon@gmail.com


NOS DEMANDAN por ejercer un derecho al cual jamás habremos de renunciar. El derecho a expresar con plena libertad nuestra opinión. El derecho a comunicar por la prensa nuestro pensamiento con responsabilidad y amplia libertad. El derecho a informar a los lectores sobre asuntos que les competen y han de conocer. El derecho, “a la libertad de opinión y de expresión”; derecho que “incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.” (Declaración Universal de los Derechos Humanos).

Por ello nos demandan. Por haber encontrado y leído lo que no había que leer. Por haber entendido lo que estaba escrito y oculto por varios años. Por haber cuestionado el proceder de los que se consideran intocables. Por salir en defensa de especies animales en peligro de extinción, las cuales el Estado costarricense tiene el sagrado compromiso de proteger. Por no cerrar los ojos y atender un llamado de la conciencia.

Porque nos conmovió el enterarnos que en tres experimentos científicos se hubieren matado cientos de tortuguitas baula del Pacífico y verdes del Caribe, ¡apenas salidas de sus huevos!, fue que escribimos y hablamos con determinación. Porque nos provocaba náuseas el leer que las habían matado con inyección de sustancias tóxicas, congelamiento y corta de sus cabecitas, fue que reaccionamos con la finalidad de que con la ayuda de la ciudadanía informada jamás se volviera a dar algo semejante. Porque además, los insólitos hechos sucedieron con permiso de nuestras autoridades en parques nacionales precisamente creados para protegerlas.

Nos demandan también porque nos manifestamos en contra del uso cuestionable de tortugas baula adultas, en supuestas “carreras” en que los animales tienen que cargar con un incómodo aparato de unos 5 kilos de peso, que afecta sensiblemente su desplazamiento hacia los sitios de alimentación y desove. Y ello conociendo que del medio centenar de baulas “equipadas” a través de los años con dichos transmisores en Playa Grande… ninguna ha regresado a desovar. Y nos demandan también porque cometimos la osadía de encontrar que la tal “carrera” estaba siendo usada para recibir apuestas en la página de un conocido portal de la Internet.

En fin, por eso y algo más nos demandan. Porque no toleran la verdad. Porque para la gente del The Leatherback Trust (Fideicomiso Baulas) ellos quizá merecen solo aplausos por lo que considerarán valiosos aportes a la ciencia y al conocimiento de la biología e historia natural de las tortugas marinas mediante el uso inevitable (así pensarán) de los métodos descritos.

SON DOS DEMANDAS. Una presentada a nombre del organismo extranjero y suscrita por su vicepresidente el ingeniero agrónomo Mario Boza. La otra, más reciente pero también ya respondida, presentada por James Robert Spotila, presidente del The Leatherback Trust. Demandas en las que ellos estiman los daños causados en cientos de millones de colones, que obviamente no tenemos, pero que gustosos pagaríamos (si fuésemos culpables) pues ya se ha cumplido el objetivo de no permitir nuevamente la realización de experimentos semejantes.

No podemos negar que las mismas, aunque insólitas, nos han arrebatado horas de sueño y de tranquilidad, haciendo más complejo el cumplimiento de nuestras labores académicas e inevitablemente causando desazón al interior de nuestra familia.
Pero, por más injustificadas que sean, si tuviésemos que enfrentar otras semejantes precisamente por hacer uso de los sacros principios que tanto sustento encuentran en la nacionalidad costarricense, juramos ante ustedes, que gustosos las atenderemos.

Pues no se trata de un capricho ni una acción injustificada dirigida a difamar, injuriar o calumniar a ente o persona alguna. Se trata del cumplimiento del deber que todos compartimos en pro de la conservación de la naturaleza, y en este caso específico, de dos especies de tortugas marinas que merecen ser protegidas. Si se quiere, se trata del deber moral de acudir en su auxilio… aunque por ello nos demanden penalmente.


*Catedrático UNA


El énfasis es nuestro



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