Genera la crisis confusión “socialista” en el corazón del capitalismo mundial

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  • Ante el rescate financiero de Bush la ultraderecha denuncia “el fin del libre mercado” en EU
  • McCain y Palin deciden que su mejor táctica contra Obama es acusarlo de “amenaza roja”


Por
David Brooks, corresponsal

Nueva York, 21 de octubre. Bienvenidos a los Estados Unidos Socialistas de América.

De pronto, la palabra “socialismo” está por todas partes, en la boca de los candidatos presidenciales, en la Casa Blanca, en Wall Street, en las calles de los pueblos y ciudades a lo largo y ancho del país, en los medios masivos de comunicación; es como si se hubiese ido a dormir en el superpoder capitalista y despertó en un estado socialista autoritario denunciado por la ultra derecha, pero también por la llamada “izquierda” liberal.

Mientras tanto, hay “radicales” por todas partes, sembrando aún más socialismo, más extremo, más, como dijo una mujer en uno de los actos de la campaña presidencial, “anti-americano”.

Y es que la crisis ha generado mucha confusión en el corazón del capitalismo mundial. Por ejemplo, el gobierno de George W. Bush, promotor internacional del modelo neoliberal, nacionaliza parcialmente el sector financiero, y ahora está considerando una enorme inversión (tal vez de hasta 300 mil millones de dólares) en obra pública y/o subsidios estatales al sector privado para estimular la economía. Ultraconservadores en su partido denuncian esto como el “fin del libre mercado”, el fin del “4 de julio” y el inicio del “socialismo” en Estados Unidos.


Apoyo estatal solo para ricos

Los críticos liberales del mismo proyecto rechazan que sea socialismo, ya que todo el apoyo estatal es sólo para los ricos (hasta ahora), y por lo tanto lo califican de “socialismo empresarial”.

Nomi Prins, una ex analista en el banco de inversiones Bear Stearns y que escribe ahora en Mother Jones, comenta que “nada convierte a los promotores del libre mercado en seudosocialistas como el temor...”.

En la contienda electoral, en tanto, la fórmula republicana de John McCain y Sarah Palin ha decidido que su mejor táctica para tratar de frenar la campaña del demócrata Barack Obama es regresar a los tiempos del macartismo, y tal vez a principios del siglo XX, y alertar contra la amenaza roja.

“Ahora no es el momento para experimentar con el socialismo”, declaró la candidata a la vicepresidencia en un mitin en Colorado, al caracterizar las propuestas fiscales de Obama. McCain denuncia en sus actos electorales que Obama ha dicho que quiere (¿listos? no se asusten): extender la riqueza más ampliamente”. Peor aún, Palin, y a veces McCain, lo exageran más: Obama desea “redistribuir la riqueza”, y eso implica, afirman, “socialismo”.

En un mitin hace unos días, McCain acusó que las propuestas fiscales de Obama implican una “redistribución de montos masivos de riqueza”, y afirmó que “por lo menos en Europa, los líderes socialistas que tanto admiran a mi opositor son abiertos sobre sus objetivos”.

El domingo McCain dijo a Fox News: “creo que sus planes (de Obama) son la redistribución de la riqueza”, y preguntado qué era eso, agregó: “eso es uno de los principios del socialismo”.

En estos días, una y otra vez en los mítines de McCain y Palin acusan implícita o explícitamente a Obama y a sus socios de “socialistas”, la gente empieza a corear “USA, USA, USA”, como si fuera un talismán contra un demonio rojo.

Palin continuó con el tema en un breve intercambio con periodistas, diciendo que las propuestas fiscales de Obama eran preocupantes y explicó: “hay principios socialistas en eso, sí. Tomando más de una pequeña empresa o pequeños empresarios o de una familia que trabaja duramente, y entonces redistribuir ese dinero acorde con las prioridades de un político, hay señas de socialismo ahí”.

Y otros siguen la corriente. La representante republicana de Minnesotta, Michele Bachmann, en entrevista con la cadena de cable MSNBC, expresó su “preocupación de que (Obama) podría tener perspectivas anti-americanas”. Y continuó hacia territorio envinado con nostalgia macartista al instar a los medios estadunidenses a investigar no sólo al senador Obama, sino a otros legisladores para “averiguar si son pro-América o anti-América”.

Y todo este esfuerzo de propaganda para, como reportó el Washington Post, hacer que la ecuación “Obama=socialismo” esté funcionando. En los mensajes de televidentes enviados a CNN hay variaciones de uno como este: “un triunfo de Obama es instalar a un socialista en la Casa Blanca”, o como hace unos días cuando Obama entró a un pequeño restaurante en un pueblo de Carolina del Norte, una mujer empezó a gritar “socialista, socialista, socialista ¡sal de aquí!”, según reportó Reuters.

A su vez, Obama rechaza la acusación con frases así: “Warren Buffet me ha apoyado, Colin Powell me endosa, ¿y John McCain cree que estoy abrazando al socialismo?”, dijo en un mitin en Carolina del Norte. Buffet es el capitalista más rico del mundo, y Powell es el ex general y alto funcionario de tres presidentes republicanos. Además, el “socialista” de Obama cuenta con más fondos donados a su campaña de Wall Street que McCain, y entre sus asesores se encuentran el ex secretario del Tesoro y alto ejecutivo de Citigroup, Robert Rubin, y el ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker.

Así, mientras el gobierno republicano de Bush promueve el rescate financiero que podría ser la intervención estatal en el “libre mercado” más grande de la historia, los candidatos republicanos acusan a su opositor de socialista, y analistas como Darrell West, director de estudios de gobernabilidad de la Brookings Institution, concluye que “por ahora el socialista más grande es George W. Bush”, en entrevista con el New York Times; es entendible que haya un poco de confusión aquí.

Tal vez es parte de un complot rojo para confundir a todos, donde nadie sabe quién es el verdadero socialista, o tal vez todos son socialistas, o tal vez nadie pero ay nanita; o tal vez los viejos socialistas estadunidenses del siglo pasado, como Eugene Debs, se están muriendo de risa de que esa palabra continué teniendo tanto poder y genere tanto miedo aun después de que se proclamó el fin de esa historia.


Fuente La Jornada

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