Cinismo inigualable de Kevin Casas

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Por Montserrat Sagot*

En un artículo publicado recientemente en Epoch Times, el ex vicepresidente renunciante Kevin Casas se queja de la “baja calidad” del debate que se dio en Costa Rica en torno a la aprobación del TLC. Es de suponer que desde las alturas de la Brookings Institution de Washington, DC., donde Casas se encuentra refugiado después de que los Arias prescindieron de sus servicios, todo lo que pasó y pasa en Costa Rica debe verse como muy pedestre y de segunda categoría.

El contexto también debe favorecer el desprecio de Kevin Casas por las cosas mundanas del país. Valga recordar que la Brookings Institution es uno de los centros de pensamiento más influyentes de los Estados Unidos, famosa por su apoyo a las iniciativas de desregulación y a la política exterior de Bush, aunque trate de mantener una apariencia de centro-izquierda.

Es probable también que desde Chevy Chase, Rosslyn o Bethesda –no me imagino a Kevin Casas viviendo en Mount Pleasant St., calle donde históricamente se han concentrado los inmigrantes de Centroamérica- los argumentos contra el TLC presentados por las universidades públicas, los sindicatos, los grupos ecologistas, de campesinos o de mujeres parezcan como de muy baja calidad.

Lo que no dice Kevin Casas es que él, personalmente, con la elaboración del memorando del miedo, contribuyó de forma sustantiva a que en Costa Rica no se pudiera dar un debate profundo y de frente sobre los impactos del TLC. Por el contrario, la estrategia del memorando era saturar a la ciudadanía con mentiras, generar miedo y acallar, a toda costa, la discusión seria sobre el tema.

Sin embargo, con un cinismo inigualable, Casas se queja en su artículo de la falta de discusión democrática en el proceso de firma de los acuerdos de libre comercio, porque, según él, toda la “arquitectura del libre comercio internacional está llena de dobles estándares e hipocresía.” Para llegar a tan ilustrada conclusión, Casas no tendría que haber ido a Oxford ni estar haciendo tiempo en Brookings. Su propia participación en el proceso del referendo debió de brindarle suficiente evidencia empírica para eso.

Pero lo más sorprendente del artículo, más allá de su cinismo y del desprecio por los actores sociales que intentaron dar un debate de fondo en Costa Rica, son los argumentos de Casas de por qué existe incomodidad en el mundo en relación con el libre comercio. Y aquí empieza lo realmente bueno.

Utilizando ideas que parecen robadas del NO, Casas esboza una serie de puntos que, según él, crean las condiciones de rechazo al libre comercio. En primer lugar, plantea que el intercambio comercial solo es verdaderamente libre en aquellos sectores en los que los países desarrollados tienen ventajas comparativas aplastantes.

Por eso razón, dice, no hay libre intercambio en la agricultura. Como gran descubrimiento, nos aporta que el mundo desarrollado subsidia a sus agricultores por $500 billones al año, lo que pone en desventaja a los productores de los países en desarrollo. Como diría Watson, el personaje de la novela de Conan Doyle: ¿En serio, Sherlock?!

Otro punto levantado por Casas es que el libre comercio acarrea una especie de “culpa por asociación” al ser una de las recomendaciones del llamado Consenso de Washington, que también propuso, entre otras medidas para achicar el Estado, la privatización de las instituciones públicas. Según datos brindados por el propio Casas, el Latinobarómetro 2007 mostró que solo el 35% de la población latinoamericana cree que la privatización de los entes públicos ha traído beneficios para sus países.

En general, nos dice, la privatización es vista por la población como una “orgía de corrupción” y como el reemplazo de los monopolios estatales por los privados, con pocos beneficios para la ciudadanía. ¿Les resulta familiar ese argumento?

Reconoce también Casas, que si bien el libre comercio “generalmente” tiene efectos positivos sobre la pobreza, su impacto sobre la distribución del ingreso es tal que se le identifica con la creciente desigualdad al interior y entre países.

Finalmente, argumenta que la tendencia más perturbadora hacia la desigualdad tiene que ver con la introducción de reglas cada vez más estrictas sobre propiedad intelectual. Y como perla final, termina diciendo que no se necesita ser adivino para prever que este fenómeno aumentará las brechas entre países y regiones.

Ahora entiendo por qué Casas y los seguidores del memo del miedo no quisieron debatir en serio con los grupos opositores al TLC. En realidad estaban de acuerdo con nuestros planteamientos de fondo, pero evidentemente los intereses personales y económicos que estaban en juego eran demasiado poderosos.

Lo más lamentable de esto es que para la ciudadanía costarricense, en particular para los más vulnerables, ya es muy tarde. El TLC fue aprobado y traerá todas las consecuencias negativas que advertimos, y que ahora Casas utiliza para escribir sus divagaciones académicas desde la comodidad de su escritorio con vista a Dupont Circle, mientras espera la absolución del capitán y de su hermano. Porque la del pueblo de Costa Rica nunca la tendrá.

*Socióloga, Universidad de Costa Rica


Fuente Diario Extra
Suplemento Página Abierta

Caricatura Mecho


El énfasis es nuestro


Por qué las molestias sobre el libre comercio Por Kevin Casas
Semanario Universidad. Del 01 al 07 de Octubre de 2008.
Sección OPINIÓN. Edición 599. Año XII.






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