Oración diaria de los neoliberales

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Por Isabel Ducca

Si usted siente que todavía no forma parte del mundo de los exitosos, si usted no aparece en los diarios y en los telenoticieros como la noticia del momento y como modelo del gobernante perfecto, del ministro iluminado o del funcionario dispuesto a ser ejemplo a seguir, rece todos los días por la mañana, por la tarde y por la noche la siguiente oración. Y sobre todo acompáñela del manual práctico que le explicará cómo convertirse en un hombre o una mujer de marca. Si quiere que sus palabras se citen en los medios como la GRAN VERDAD, no deje de seguir estos consejos.


Oración diaria


Señor Dinero, ten piedad de nosotros. Señor Dinero, óyenos. Señor Dinero, escúchanos. Dios dinero, acude hasta nosotros. Padre dinero, circula para nosotros. Dinero redentor, ten piedad de nosotros. Dinero, espíritu del mundo, apiádate de nosotros. Gratísima Trinidad, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y Organización Mundial del Comercio, atiende nuestros deseos. Beatísima Trinidad, dános un apetito insaciable. Santa Madre Mercancía, colma nuestras arcas. Santa Madre Mercancía, ruega por nosotros, para que el agua, el aire, la tierra, las semillas, los animales, las selvas, los ríos, los mares, las montañas, los volcanes y todo cuanto existe reciban tu gracia y acaben en nuestras manos.


Manual práctico para ser un o una neoliberal de éxito


Si alguna vez soñó con el poder en sus manos, si alguna vez soñó con poseer cada vez más, aprenda del pasado, de los “gloriosos y valientes” hombres y mujeres que llegaron adonde siempre quisieron llegar e hicieron todo lo que su deber les dictó para hacer del mundo un lugar cada vez más lleno de éxito.

Apréndase estos nombres, no los olvide.
Estudie sus vidas, aproveche cada instante para ser como ellos e imitarlos. Sea como Ronald Reagan, Margaret Theacher, Augusto Pinochet, George Bush padre, George Bush hijo, Alberto Fujimori, Carlos A. Menem, Óscar Arias S., Rafael Ángel Caderón Fournier, Miguel Ángel Rodríguez, José María Figueres, Rodrigo Arias S. y tantos otros y otras.

Aprenda a hacer promesas. Practique las promesas. Cada vez que hable, lance una promesa, sobre todo si está en público y la prensa va a recoger sus declaraciones. Prométale a los pobres. Prométales que los sacaré de la pobreza y de la miseria. Hable siempre del futuro esperanzador.

Muéstrese piadoso. Hable de Dios. Acuda a las iglesias, hágase pasar por un abanderado de la ley de Dios. ¡Vea, qué buen partido sacó Pinochet y como lo han aprovechado padre e hijo Bush!

Hable siempre en términos de la salud de las finanzas. Deje que los economistas den las explicaciones difíciles y usted conviértase en el traductor de ese lenguaje técnico y con un aire de padre bondadoso dígale a las masas que todo se hace por el bien del país. Siempre hable del bien del país. Anuncie la época de bonanza. Repita hasta la saciedad de que todo lo hace por la salud de las finanzas públicas.

Hágase de un buen asesor o asesora de imagen. Ellos le indicarán cuándo y dónde repartir unos billetes para hacer feliz a los pobres. Sacrifique su sueldo, dé caridades, eso se le convierte en capital invisible.

Acepte donaciones, genere fundaciones, recupere todo lo que llegue a sus manos. Acepte regalos de sus socios mayores y de las empresas transnacionales que llevan el progreso a su país. Genere cuentas extranjeras, ojalá en paraísos fiscales donde nadie pueda meter manos. No se quede relegado. Siga el ejemplo de Pinochet, de Menem, de Fujimori: cuentas millonarias que nadie pudo tocar.

Y sobre todo aprenda que el catecismo de los neoliberales, de cualquier rango que sean, es ganar la guerra en contra del Estado de bienestar social. “Hay que acabar con los derechos de los trabajadores que despilfarran los recursos que deben ser nuestros”, repiten hasta la saciedad. Para eso debe aprender a hablar constantemente de los privilegios de los trabajadores.

Hay que convencer a las masas que los privilegios deben acabar. Privilegios han tenido los educadores, los sindicalistas. Ellos deben aparecer como los despilfarradores de los recursos públicos. Ellos deben ser señalados como los privilegiados que impiden la igualdad.

La práctica hace al maestro. No importa si todavía no ha sido elegido diputado, senador, ministro. No importa, si ahora se encuentra en un puesto insignificante. Practique bastante. No tolere a los privilegiados. Sacúdase esas ideas trasnochadas de que el bienestar social está antes que el bienestar individual.

Láncese al ataque como una fiera.
Luche por sus intereses y verá los resultados pero bajo ninguna circunstancia haga públicos sus deseos personales. No olvide hablar siempre de los pobres y de que su actuación siempre es transparente.


Fuente Tribuna Democrática

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