Lo viejo y lo nuevo

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Por Tatiana Lobo


Costa Rica es un país amnésico, aquí todo parece novedoso
. Quizá sea la desmemoria histórica una de las razones por las que a los costarricenses les cuesta ponerse en acción. Es como si cada vez que ocurre algo, ese algo ocurriera por primera vez y hubiera que pensarlo mucho antes de responder. Acumular experiencias no forma parte de la vida tica.

Lo cuento porque viene al caso y de algo puede servir. Sardinal y su lucha por el agua me lo recordó. Fue en San Rafael de Guatuso, yo trabajaba en la Oficina de Planificación Nacional cuyo ministro era Oscar Arias. Como en otras giras a lugares rurales, lejanos, me fui sin saber qué iría a encontrar. Solo una certidumbre llevaba siempre conmigo, vería miseria, abandono, desnutrición, violencia. El "ser costarricense" había asentado su nacionalidad en el valle central, la periferia era otro mundo.

Mi trabajo debía hacerlo en los palenques indígenas pero cuando llegué a San Rafael, luego de haber caminado algunos kilómetros por un pegadero de barro intransitable hasta para las bestias, encontré un tractor cerrándome el paso y una insólita efervescencia: "¡Huelga, tenemos una huelga para que arreglen el camino!", me informaron.

En efecto, había una toma simbólica de las instituciones públicas, estañones vacíos colocados ante la escuela, la agencia bancaria, el CNP. También había sido tomado el único teléfono desde el cual dos jóvenes dirigentes comunicaban sus demandas a periódicos josefinos que nunca publicaron nada. Era hermoso ver a los dos muchachos exigiendo la presencia del ministro de transportes, a la luz de una candela porque no había electricidad en el pueblo.

El ministro no aparecía. Lo que sí apareció fue un contingente de antimotines. Para evitar que llegaran más la población -niños, jóvenes, viejos y mujeres embarazadas, todos y todas- se sentaron en el campo de aterrizaje, al otro lado del Río Frío. Entonces la guardia entró en acción. Los garrotazos iban y venían sobre quien estuviera a su alcance, sin discriminar tamaño, edad, ni sexo. Detuvieron a los dos dirigentes con la pretensión de llevarlos presos. Pero el pueblo, en un hermoso gesto de solidaridad, corrió al puente para cerrarles el paso. Demasiada gente, el puente cedió.

Omito la descripción de contusos y quebrados y el trabajo del único médico con el solo apoyo de aspirinas. Salto hasta el día siguiente cuando el pueblo se concentró en la plaza de fútbol para escuchar, por fin, al ministro de transportes, Alvaro Jenkins, quién se subió a la caja de un camión y luego de narrar su dramática lucha por la supervivencia en la hacienda cañera de su familia, (eso que comienza siempre con "yo sé lo que es….") hizo la siguiente arenga: "Este desorden no puede ser, alguien tiene que mandar. Porque si el pueblo se toma los edificios públicos, ¿quién manda entonces?; si el pueblo bloquea la carretera ¿quién manda entonces?; si el pueblo se toma el campo de aterrizaje ¿quién manda entonces?" Hubo un silencio denso.

Como la respuesta era obvia no resistí la tentación, cubierta por las anchas espaldas de un gringo del cuerpo de paz que estaba delante hice bocina y grite "¡Entonces manda el pueblo!" Un coro de risas festejó mi intervención, seguido de gritos cada vez más enérgicos, "!Sí, sí, el pueblo manda, el pueblo manda, el pueblo manda!". El ministro abrevió su discurso , convocó a una reunión negociadora y se bajó del camión.

Recién entonces advertí que, a nuestras espaldas, haciendo una media luna, estaba la guardia antimotines en posición de alerta. Me asusté, ¿qué consecuencias pudo haber tenido mi bravuconada si Jenkins, que los veía de frente, no hubiera disuelto la concentración?

Eso fue en 1976. Y si ahora no tengo escrúpulos en gritar, "si el pueblo se toma el agua entonces manda el pueblo", es porque ya no me asustan las consecuencias. Lo viejo es la represión, lo nuevo es morir de sed.


Fuente ALAI


El énfasis es nuestro


Colaboración de Graciela Blanco Martén



5 comentarios:

Anónimo dijo...

O sea que secuestrar la cosa pública para satisfacer sus intereses particulares fue algo "hermoso", algo "solidario"?

No, yo paso.

Unknown dijo...

Que hermoso es ser subversivo, faltarle el respeto a la Autoridad, y como dice rigo, satisfacer intereses particulares con la cosa publica? ya sonas como mas de un politico corrupto por ahi... al final y todos se tapan con la misma cobija..

hadabruja dijo...

Rigo: El soberano no puede "secuestrar" lo que le pertenece.

El presidente, los ministros, los
diputados, los magistrados...tienen que "mandar obedeciendo", si no lo hacen deben irse.


Gustavo: Nada de subversiones, todo lo contrario, "la soberanía reside en el pueblo". Por lo tanto, el representante debe hacer lo que la gente le demande, no lo que le de la gana.

La autoridad que tiene el funcionario público se la dio la gente, y la gente se la puede quitar.

Cierto, al final los de siempre(políticos empresarios corruptos) se tapan con la misma cobija.

Saludos a ambos.

Anónimo dijo...

¿"Mandar obedeciendo"? Qué es eso?

No hada, la soberanía es otra cosa muy diferente a la justificación de secuestrar la cosa pública.

Además, a como se juega el juego democrático en este país, no se elige a nadie para ser mandado sino para mandar. De lo contrario mejor no damos el poder a nadie y nos hacemos liberales todos. : )

A dónde te mando la formulita? : )

hadabruja dijo...

Rigo: Mandar obedeciendo es hacer lo que la gente les ordena, no lo que les da la gana.

Los políticos tradicionales se pasan hablando de ingobernabilidad, sin aclarar que eso sucede porque dicen una cosa y hacen lo que les da la gana.

¿Cómo pretenden que la gente se quede tranquila cuando incumplen compromisos o se convierten en representantes del grupito que les financió la campaña?

Es cierto, lamentablemente los funcionarios públicos creen que el puesto les permite hacer lo que les de la gana, y no es así.

Dale, podés mandarla a sinpelosenlalengua.cr@gmail.com ;)

Saludos.

 

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