Ofelia ofende

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Por Flora Fernández

Desde la confortable inmunidad que otorga una diputación, la semana anterior la diputada Ofelia Taitelbaum arremetió contra las mujeres de blanco diciendo que “en una mano llevan una candela y en la otra una metralla”.

Es muy grave tal afirmación sin pruebas, más grave que faltar a la verdad.

Desconoce la diputada Taitelbaum el significado y la fuerza que acompañan a las mujeres de blanco, esparcidas por todo el país, dan luchas con gran valentía usando precisamente la no-violencia, creatividad, imaginación ilimitada, refinada picardía para hacerse escuchar y vencer barreras.

Ese poder extraordinario de las mujeres de blanco se llama patriotismo, rectitud, determinación, valor. Defienden la institucionalidad, no a los jerarcas que ensucian y deshonran con su deplorable gestión los puestos que ocupan. Frente a ese poder, las armas y metrallas serían inútiles y obsoletos equipos de artillería que causarían muerte y dolor. Jamás una mujer de blanco las llevaría en sus manos, menos en su mente, en su alma o en su corazón.

Evidencia la diputada Taitelbaum desconocimiento absoluto el significado de las mujeres de blanco, quizás por ello cayó en la trampa de la violencia verbal. Su ataque fortaleció al grupo al convertirlo en otra víctima de la prepotencia gubernamental. La misma que evidencio el memorándum Casas-Sánchez en el que revelan saber el desprestigio del gobierno hasta para defender el TLC. El ataque de la diputada despertó la indignación y muchas personas salieron en defensa de las mujeres, refrescando de paso en la memoria del pueblo un documento que quisieran olvidado.

Una mujer de blanco no es alguien que viste de ese color, eso es un simple símbolo, como lo son las candelas para llevar luz donde hay oscuridad. Cuando las mujeres de blanco se amordazan o encadenan entre sí simbolizan un pueblo subyugado y silenciado en una “tiranía en democracia” (sic), los ramos de espinas representan el dolor que infringen las autoridades.

Una mujer de blanco encarna la dignidad. Exige a los simples depositarios del poder, léase: a los funcionarios públicos, que cumplan su juramento constitucional y ofrezcan a sus patronos: léase al pueblo que les paga su salario, que merecen servicios de calidad y que teman al pueblo en lugar de infundir temor como lo han hecho por décadas al hacer creer que son los amos.

Las mujeres de blanco también exigen independencia entre los poderes de la República y garantías electorales a los magistrados del Tribunal Electoral, que juegan a conveniencia con el Código Electoral para unos aspectos y con la Ley de Referéndum en otros, para complacer siempre al Poder Ejecutivo.

Las mujeres de blanco exigen al Poder Judicial que emitan fallos jurídicos y no políticos. Ante abusos de los poderes, tienen el valor de señalarlos. No es fácil ser una mujer de blanco porque además de rectitud y valor, deben tener amplios conocimientos. Son personas con principios y valores firmes pero a su vez llenas de ternura y empatía por las personas, especialmente las más débiles.

Atacar vilmente a las mujeres de blanco, es ver la paja en el ojo ajeno sin reconocer la viga en el propio ojo. La diputada Taitelbaum tuvo la suerte que durante su gestión en la Mutual Heredia las mujeres de blanco no estaban activas, no obstante nunca es tarde para dar explicaciones y hoy que tiene tanto valor para atacar al grupo, sería interesante aporte las explicaciones que debe a tanta gente que desilusionó en su momento.

Después, ¿querrá continuar hablando entre mujeres con las de blanco?


Fuente Tribuna Democrática

Foto Julia Ardón


El énfasis es nuestro



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