EL SISTEMA/3
Los funcionarios no funcionan.
Los políticos hablan pero no dicen.
Los votantes votan pero no eligen.
Los medios de información desinforman.
Los centros de enseñanza enseñan a ignorar.
Los jueces condenan a las víctimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos.
Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es mas libre el dinero que la gente.
La gente esta al servicio de las cosas.
Eduardo Galeano
'Cuando un minero sale a trabajar, no se sabe si volverá a casa'
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Por José Alberto Mojica P.
Así lo afirmó Nelsón Araya, presidente del Sindicato de Trabajadores de la
mina Candelaria.
Esta mina está ubicada en inmedi...
2 comentarios:
Nunca me gusto su prosa. Y la política es lo mas vil de el hombre... deberiamos alejarlo de la poesía. Muy bueno Aznar.
Que bien que te gusto el video de Aznar.
Bueno en realidad hay gustos para cada cosa pero lo más importante es el poder de la voz humana que todos tenemos, como bien nos cuenta Galeano.
*Celebración de la voz humana/2*
Tenían las manos atadas, o esposadas, y sin embargo los dedos danzaban, volaban, dibujaban palabras. Los presos estaban encapuchados; pero inclinándose alcanzaban a ver algo, alguito, por abajo. Aunque hablar estaba prohibido, ellos conversaban con las manos.
Pinio Ungerfeld me enseñó el alfabeto de los dedos, que en prisión aprendió sin profesor: - Algunos teníamos mala letra- me dijo-. Otros eran unos artistas de la caligrafía.
La dictadura uruguaya quería que cada uno fuera nada más que uno, que cada uno fuera nadie: en cárceles y cuarteles, y en todo el país, la comunicación era delito.
Algunos presos pasaron más de diez años enterrados en solitarios calabozos del tamaño de un ataúd, sin escuchar más voces que el estrépito de las rejas o los pasos de las botas por los corredores.
Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, condenados a esa soledad, se salvaron porque pudieron hablarse, con golpecitos, a través de la pared. Así se contaban sueños y recuerdos, amores y desamores; discutían, se abrazaban, se peleaban: compartían certezas y bellezas y también compartían dudas y culpas y preguntas de esas que no tienen respuesta.
Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada."
Eduardo Galeano, del "Libro de los abrazos"
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