Una de las cuñas de radio que lanzó el INAMU como parte de su campaña con motivo del 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, dice literalmente: “entre hombres y mujeres, violencia cero”.
A simple vista, esto no tiene nada de especial. Se está enviando un mensaje que pide “cero violencia” entre hombres y mujeres. Pero si analizamos el sentido de esta frase, podremos detectar la postura ideológica que ha asumido ahora el INAMU. Veamos: al decir “entre hombres y mujeres, violencia cero”; en lugar de usar la frase que se había sugerido desde el Foro de las Mujeres (“contra las mujeres, violencia cero”), la presidencia y la junta directiva del INAMU están haciendo una elección que rompe con el objetivo de una acción afirmativa. Desechar la frase “contra las mujeres, violencia cero” para utilizar la que está ahora al aire no es un acto inocente ni casual.
La apuesta del INAMU se acerca a la postura de los sectores más conservadores que se resisten a ver en la violencia contra las mujeres el resultado de la cultura patriarcal, de dominación y objetivización de las mujeres. La violencia ejercida por hombres que ven en las mujeres objetos de su pertenencia, que les deben obediencia y que se ubican en un lugar subalterno al de ellos, es una violencia específica que requiere medidas específicas para su erradicación y sanción.
Violencia no es simétrica. Aún hoy siguen levantándose las voces de quienes insisten en colocar la violencia contra las mujeres como un fenómeno simétrico entre los sexos. Es decir, sostienen que las mujeres violentan a los hombres, física y psicológicamente, en la misma medida que lo hacen los hombres, y que es injusto referirse sólo a la violencia ejercida por hombres contra mujeres.
Que esta discusión siga dándose al día de hoy demuestra cuán retrógrado es el ambiente en Costa Rica cuando se trata de los derechos humanos de las mujeres. No negamos que se den casos en los que una mujer maltrata emocionalmente a un hombre, incluso, casos en los que hay violencia física. Pero esos son casos excepcionales y no podemos obviar las proporciones, que hablan por sí mismas. Lo que importa señalar acá es cuál es el porcentaje de esos casos versus los casos de hombres que violentan emocional y físicamente a mujeres. La distancia es abismal. Y si no nos quedamos solo en el maltrato físico y emocional ejercido por las parejas, exparejas o familiares en contra de las mujeres, sino que sumamos también las estadísticas de violencia contra mujeres cometida por hombres desconocidos, incluyendo por supuesto los casos más extremos de violencia, que son los femicidios, tendremos ya el panorama claro. No, este fenómeno no es simétrico.
No obstante, para quienes siguen defendiendo el orden social vigente (es decir, el patriarcal), esos datos pasarán de largo; quedarán al margen y no significarán nada. Las voces de la misoginia no cesan. Están muy bien representadas en el ámbito político costarricense. El resultado de que esas voces coreen al unísono que las mujeres no queremos justicia, sino revancha, tiene efectos notorios en la Asamblea Legislativa, en el Poder Ejecutivo y en el Judicial. Basta con poner de ejemplo el camino tortuoso de la reforma a la Ley de Penalización de Violencia contra las Mujeres, que fue necesario presentar a la corriente legislativa luego de que fueran eliminados los artículos 22 y 25 (que penalizaban maltrato físico y violencia emocional); gracias a una resolución de la Sala Constitucional en respuesta a la acción que interpuso un Defensor Público.
Ignorancia y machismo. Las actas de la Asamblea Legislativa guardan intervenciones de diputados y diputadas que evidencian el nivel de ignorancia y machismo que cunde por los pasillos del Primer Poder de la República. Mientras tanto, cada día más mujeres se unen a la lista de asesinadas, violadas, golpeadas, aterrorizadas, encerradas, mutiladas y explotadas. Y siguen muchas niñas creciendo con la idea de que el único destino posible es vivir a la sombra de un agresor. Y siguen muchos niños creciendo con la idea de que los hombres deben agredir. Y frente a estos retos enormes el INAMU sigue sin responder a la altura de su propósito fundacional.
Por estas razones, vuelve a mi memoria ese momento cuando leí en una pared, hace varios años, un grafiti que decía “El INAMU es de las mujeres”. Parece que es hora de hacer ese recordatorio, una vez más.
*Red Feminista contra la Violencia hacia las Mujeres
Fuente: Diario Extra
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