No poner en riesgo el exitoso modelo actual

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Por Mayid Halabi Fauaz*


Sobre la apertura del sector eléctrico nacional. La pretensión medular de casi todos los discursos emitidos a favor de una nueva ley de electricidad es abogar por estos objetivos: la generación eléctrica por fuentes limpias (95% o más), excelente calidad y precio, así como el desarrollo de nuevos proyectos que garanticen el abastecimiento nacional por lo menos para los próximos 20 años, para todos los habitantes de Costa Rica (actualmente abastecidos en 99% de la población).

Con documentos en mano, índices y análisis sin duda se puede afirmar que eso ya lo tenemos. No es necesario un cambio en la legislación nacional para lograrlo.

El ICE en 66 años ha podido lograr un éxito rotundo en todos los campos que ahora persiguen los impulsores de esta nueva ley, excepto que, como empresa del Estado, no satisface algunos intereses que no pueden tolerar que un servicio público tan valioso, no esté en manos privadas.

Hemos tenido años en que la generación eléctrica se ha dado cercana a los 95% por fuentes limpias y en los peores casos, por sequías, rondamos el 90%. Tenemos programado en nuestros planes de desarrollo un significativo aporte de otras fuentes limpias, como la biomasa, el viento, la geotermia y el sol. Pero quienes pretenden tener un 100% de generación limpia pervierten el modelo, al hacer creer que un sistema dependiente de las condiciones climáticas (agua, sol, viento) podrá sustentar el faltante eléctrico por otras fuentes, cuando en futuros años secos se tenga que hacer. Siempre es necesario para respaldo un componente térmico, aunque mínimo.

Superior a los demás. El ICE tiene una calidad de electricidad superior a cualquiera del área centroamericana y muy similar a los países desarrollados, sus tarifas residenciales son de las más bajas del área y sin duda somos un ejemplo en el porcentaje de cobertura eléctrica (99,2%).

Deberían ser más sinceros quienes buscan imponer un modelo de mercado abierto (mercado mayorista) y una consecuente participación privada sin límites en la producción eléctrica, distribución y comercialización de los productos, como ha sucedido en América Central y que ha tenido malísimas consecuencias para los clientes, tal y como lo afirma la “Evaluación de diez años de reforma en la industria eléctrica del istmo centroamericano” (www.cepal.org, 2004, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, organismo dependiente de la ONU, responsable de promover el desarrollo económico y social de la región).

Este estudio, sumamente serio y completo afirma, entre otras cosas, que: “El servicio empeoró, la cobertura no creció y las tarifas aumentaron”; “no se han generado condiciones de competencia en el mercado al mayoreo; las pérdidas de electricidad han crecido a pesar de que reducirlas fue objetivo prioritario de la privatización”; “la dependencia de los hidrocarburos ha aumentado alarmantemente en una región con vocación e historia hidroeléctrica; la emisión de contaminantes por consumo de hidrocarburos en la industria eléctrica es hoy una de las primeras causas de contaminación ambiental”; “Los menos perjudicados son Panamá y Costa Rica, el primero porque el Estado se reservó 50% de la propiedad del sector y el segundo porque mantuvo el control de casi 90% de la producción y la figura de comprador único en manos del Estado, además de impulsar un ambicioso programa de generación hidroeléctrica, eólica y geotérmica con inversión pública”.

Esquema fracasado. Estas conclusiones nos informan que el esquema que se pretende crear en Costa Rica ha fracasado en el resto de América Central, trayendo consecuencias terribles para todos sus habitantes. Recientemente, el Poder Ejecutivo nos cuenta que pretende hacer variantes al modelo de mercado abierto, creando un mercado mayorista privado y dejar solo al ICE.

Sin embargo, en un mercado tan pequeño como el costarricense, el modelo propuesto no será tan beneficioso como pretenden, excepto para los nuevos generadores y comercializadores al mercado mayorista de Centroamérica, que sin duda están de brazos abiertos esperando que la electricidad generada en Costa Rica sea trasegada para una Centroamérica cuyos precios de electricidad son altísimos y cuyas necesidades de abastecimiento son enormes. ¿Es un problema que abastezcamos a Centroamérica con nuestra electricidad? Resulta que no es tan sencillo el problema, porque tiene que haber una discusión de país, para determinar si nuestras fuentes de generación limpia, como nuestros ríos, deberían ser explotados para proveer electricidad desde Panamá hasta México y si eso es lo que queremos.

Para atender algunas de las “necesidades” de los proponentes de este cambio legislativo, sin poner en riesgo el exitoso modelo actual, existen algunas opciones fácilmente realizables y no generarán la polarización que se anticipa de seguirse con el plan propuesto, entre ellas destaco: un ajuste a la actual ley 7200 ampliando los topes a la participación privada y los esquemas de alianzas público-privados (nacionales e internacionales) para desarrollo de proyectos eléctricos por fuentes limpias.

Esperaremos el nuevo texto del proyecto de ley, porque hay elementos del esquema actual que de seguro no abandonarán y podríamos referirnos a futuro sobre ellos.


*Presidente del Sindicato de Ingenieros del ICE
mhf@mhalabi.com


Fuente: Página Abierta


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