Suicidios en China: Trabajadores bajo presión y sin esperanza

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Por Andreas Landwehr, dpa


Pekín. Detrás de las computadoras y aparatos electrónicos del mundo rico, como el iPhone o la Playstation, se esconden a menudo destinos trágicos de los trabajadores migrantes chinos.

La serie de suicidios en el mayor productor mundial de electrónica, la empresa Foxconn, echa luz sobre sus duras condiciones laborales, el aislamiento humano lejos de sus familias y en definitiva, la ausencia de esperanza en sus vidas.

El suicidio de sus trabajadores pone en entredicho además el modelo de producción taiwanés, que unifica trabajo y vivienda en ciudades-fábricas. Y daña el prestigio de marcas mundiales como Apple, Dell, Hewlett-Packard o Sony, que encargan la terminación de sus productos a Foxconn.

En ninguna parte se produce y se exporta tanto como en China. Más de 100 millones de trabajadores migrantes mantienen viva la mano de obra del "taller del mundo". Tras los suicidios nueve investigadores sociales chinos subrayan en una carta abierta el futuro incierto sobre todo de los jóvenes que no encuentran trabajo en el campo.

Ellos no ven otra opción que ir a buscar empleo a las ciudades, una actividad mal pagada y que no tiene perspectivas de futuro. "En el momento en el que ven pocas posibilidades de crearse un hogar en las ciudades a través del trabajo duro, se quiebra el significado del trabajo", señalan. "El camino hacia adelante está bloqueado, y el retorno es imposible".

"Atrapada en esta situación la nueva generación de trabajadores migrantes se enfrenta a una grave crisis de identidad, lo que empeora los problemas psicológicos y emocionales", alertan los expertos.

Quien analice las condiciones sociales y estructurales comprenderá mejor la falta de perspectivas de los empleados de Foxconn. "La estrategia de desarrollo de China de los últimos 30 años creó no sólo un milagro económico, sino también desigualdades regionales, prolongó el estancamiento de los salarios y robó a los trabajadores migrantes sus derechos", añaden.

Los activistas responsabilizan de los suicidios a las duras condiciones laborales. "La compañía tiene que hacer una profunda investigación de la vida en sus líneas de producción, no sólo tapar agujeros de forma superficial y a corto plazo", exigió la organización con sede en Nueva York China Labor Watch, que alerta desde hace tiempo de los problemas en Foxconn y que ha preguntado a los empleados por los suicidios.

"Estamos extremadamente cansados, tenemos una enorme presión", respondieron éstos. "Terminamos una unidad de trabajo cada siete segundos". Para eso se necesita mucha concentración. "En cada turno (diez horas) montamos 4.000 computadoras Dell, todo el tiempo de pie".

De los 25 trabajadores entrevistados, 17 atribuyeron los suicidios a la fuerte presión laboral. Los empleados tienen sólo un día libre a la semana y suelen hacer horas extra. Antes o después del turno, que con las horas extra es de diez o doce horas, hay además reuniones de trabajo no pagadas. El suelo es el mínimo, de 900 yuanes (107 euros/131 dólares) al mes. Las horas extra se pagan a 7,8 yuanes (90 céntimos/1,1 dólares) y 10,34 yuanes (1,23 euros/1,5 dólares) el fin de semana.

El director ejecutivo de China Labor Watch, Li Qiang, cree que hay varios motivos para los suicidios: "El estilo militar de Foxconn, la falta de respeto de los gerentes taiwaneses por los trabajadores chinos y la estrategia de crear sólo puestos de trabajo a corto plazo".

La indignación aumentó tras conocerse un video que muestra a vigilantes con uniformes negros de Foxconn que golpean de forma brutal a trabajadores en agosto en una fábrica de Pekín. Ya de por sí los empleadores taiwaneses tienen mala fama en China, por lo que los diarios de la isla han comenzado a exigir un "código de conducta" con estándares laborales mínimos para prohibir la explotación.

También hay quejas por la falta de vida personal de los trabajadores, que viven en su mayoría en grupos en residencias junto a la fábrica. Se trata de pequeñas ciudades con supermercados, restaurantes, librerías e Internet-cafés.

En la fábrica de Shenzhen, donde se produjo la ola de suicidios, trabajan más de 300.000 personas. Viven de forma totalmente aislada, sin red social, apenas se conocen. Una trabajadora dijo al "China Daily": "Pasamos el tiempo libre durmiendo o navegando por Internet, rara vez salimos".


Fuente Nuestro País

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