Carta abierta a Ottón Solís Fallas

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San José, 17 de junio del año 2009



Señor
Ottón Solís Fallas
Candidato a la Presidencia de la República
Partido Acción Ciudadana

Distinguido señor:

Costa Rica pasa por uno de esos momentos críticos de la historia. Como no sucedió en los últimos sesenta años, hoy somos testigos de una peligrosa concentración de poder en los hermanos Arias, quienes, actuando como si fuesen "reyes sin corona", han terminado controlando la Asamblea Legislativa, el Poder Judicial, particularmente la Sala Constitucional, el Tribunal Supremo de Elecciones, La Contraloría General de la República y todas las Instituciones Autónomas y de control que existen en el país.

De manera paradójica y muy preocupante, esa concentración y abuso de poder se ha producido mediante la manipulación de las instituciones del Estado democrático y social de derecho. Exagerando, se podría decir que los hermanos Arias han convertido el principio de la división de poderes, así como el consabido sistema de frenos y contrapesos que consagra el artículo 9 de la Constitución Política en simples postulados retóricos. Los ejemplos son múltiples: en estos días don Oscar se ha burlado y hasta calificado de hipócrita y estúpida la ley que le prohíbe la beligerancia política; y no solo eso, hizo campaña a favor de Laura Chinchilla y lo seguirá haciendo y nada sucede. Al final, la política del miedo, la censura a cualquier crítica y el pensamiento único se han terminado imponiendo, en detrimento de la democracia. Todo el sistema está plagado de manera explícita e implícita de memorándums al estilo Casas.

¿A qué viene esta reflexión? A la responsabilidad que usted tiene con el país como candidato del más importante partido de oposición. Ante el panorama político, parece que usted es el único con posibilidades reales de vencer a los hermanos Arias y el pensamiento neoliberal vigente en todas las instituciones y políticas públicas.

Pero para eso -repito con todo respeto-usted requerirá, en primer término, en convertirse en el candidato de la oposición. Con humildad, pero sobre todo con sentido patriótico, debe procurar la unidad de todos los partidos políticos que se oponen al gobierno y a Liberación Nacional. La empresa es difícil, porque para ello se requiere capacidad de negociación y algún nivel de flexibilidad y quizás hasta de pragmatismo político.

Conociéndole, me apresuro a decir que esta sugerencia en modo alguno significa la renuncia a ningún principio o valor de orden superior. Por el contrario, precisamente en procura de esas metas superiores se requiere construir un andamiaje que haga posible su triunfo electoral. Yo estoy segura de que este proyecto se puede lograr alrededor de una agenda compartida o de algunas ideas compartidas, cuyo único norte sea de manera muy transparente el bien común. Pero hay que dar el paso hacia delante y sentarse a conversar, a intercambiar pensamientos, en fin, a negociar. Todo ese tema de la escuela para diputados, los códigos de ética y los juramentos de fidelidad están bien, pero la solución de los problemas nacionales, necesitan repensarse con otro tipo de estrategias. ¿Qué gana el país si algún diputado de su futura fracción no abandona el PAC, pero usted pierde las elecciones? Don Ottón, por favor, medite, ¿qué es más importante? Usted y yo conocemos la respuesta. Actúe pues, en consecuencia.

En segundo término, si usted quiere ganar las elecciones tiene que disponerse a competir en condiciones de igualdad con los otros partidos políticos. Es muy loable y hasta romántica su promesa de no gastar más del 50% de la contribución estatal del financiamiento de los partidos políticos. Pero, desde el punto de vista del manejo empresarial y de la eficacia de una campaña política, es un solemne absurdo. Y para que no se confunda he sido y soy muy crítica de las enormes sumas de dinero que se invierten en las campañas electorales. Pero mientras no haya una ley que reduzca y regule en serio el financiamiento de los partidos políticos, hay que jugar, para poder ganar, con las reglas del juego existentes, caso contrario el fracaso está garantizado. Es como jugar electoralmente al tigre suelto contra el burro amarrado. Adivine quién va a ganar en esas condiciones. ¡Otras vez los hermanos Arias!

En la lectura de esta carta, olvide quien la escribe, no procure encontrar segundas intenciones. Solo cumplo con una responsabilidad ciudadana. Mi único interés es Costa Rica y la supervivencia de nuestro Estado democrático y social de derecho.

Con toda consideración,

Dagmar Facio Fernández
Cédula 1-339-511


Cc: arch.
el pueblo costarricense




El énfasis es nuestro



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