Estado chico, problema grande

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Greg Wood, BBC

  • "Si no fuera por mis padres, estaría en la calle con mis dos hijos. Es un momento muy duro".

Las palabras de Mary Hallam resumen la situación apremiante en la que se encuentra mucha gente en la localidad estadounidense de Cranston, Rhode Island.


Este pequeño estado tiene la mayor tasa de desempleo en Estados Unidos después de Michigan. Una de cada 10 personas activas está sin trabajo.

Mary perdió su empleo como cajera de un restaurante de mariscos en octubre pasado. Ella y sus niños sobreviven con US$465 en vales de comida al mes.

No puede pagar un lugar donde vivir, así que comparte vivienda con sus padres, que también están sin trabajo.

"Mi papá trabajó en la misma empresa por 25 años", le cuenta a la BBC. "Él pagó sus impuestos y ahora ni siquiera puede recibir ayuda del estado para que le pague los gastos médicos. Es muy triste".


Grandes cierres

Rhode Island, conocido como el estado oceánico, tiene de todo un poco. Algunas zonas son muy prósperas, como la localidad de Newport, conocida por su festival de jazz y las mansiones construidas en el siglo XVIII por barones de la industria.

Pero, lejos de los centros turísticos, la historia es muy diferente, pues el estado ha perdido empleos en sector de manufactura durante muchos años.

Una situación que se agravó con la crisis financiera. Ahora se están registrando grandes cierres en muchas áreas de la economía local, desde la construcción hasta los servicios financieros, pasando por los minoristas.

A pesar de la gruesa nieve que se acumula en las aceras, las oficinas de empleo en West Warwick, a pocos kilómetros de Cranston, están a rebosar de personas en busca de trabajo.

Unos consultan sus opciones en frente de una pantalla de computador, otros realizan entrevistas personales, mientras que hay grupos numerosos presentando pruebas de aptitud.

Antes solían haber páginas y páginas de anuncios de empleo en la prensa local. Ahora la oferta está reducida a una página, si eso: existen cuatro vacantes para limpiadores de joyas de una firma, pero no mucho más.


Avalancha de reclamos

Marissa Stewart-White es madre soltera de una niña de nueve años. Ella trabajaba para una contratista del gobierno, pero fue despedida justo antes de navidad.

"Tengo una licenciatura en economía y sistemas. Desde los 15 años estoy trabajando, sin embargo, ahora pasamos por un momento muy duro".

La oficina de empleos no puede darse abasto con la avalancha de reclamos por beneficios a desempleados. En una amarga ironía, está reinsertando a empleados jubilados y ha puesto un anuncio para contratar a 40 nuevos empleados que ayuden a lidiar con el trabajo atrasado.

"Definitivamente estamos retrasados con los reclamos"
, explica la gerente de la oficina de empleos Laura Hart. "Tenemos unos 10.000 por internet que datan de principios de enero".

Así que además del impacto que significa perder el puesto de trabajo, mucha de esta gente tiene que esperar más de un mes para recibir el primer pago de beneficios. El sistema está luchando para manejar la marea humana de desempleados.


Fuente BBC Mundo

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