Por Víctor M. Rojas M.*
Ced. 303440895
Qué bueno que ahora que se habla de chequeras ocultas del gobierno, Oscar Arias nos escriba sobre lo importante de no jugar con el honor de la gente, espero que siga meditando y llegue a concluir que tampoco se juega con el honor de un pueblo, ni con el honor de grupos sociales.
Y es que en la sabiduría popular costarricense, tan influida por el valor de amor al prójimo, se tiene muy claro que igual respeto y consideración merece el presidente como el mendigo, el grupo económico más poderoso como el grupo comunal más pobre.
No se puede gobernar exclusivamente para los ricos o exclusivamente para los pobres, se gobierna para brindar iguales oportunidades a todos, ese es el sentido de vivir en sociedad y de tener gobierno, definir normas justas y hacerlas respetar para evitar que nos maltratemos.
Parafraseando una famosa canción, hablar de respeto, hablar de amor al prójimo no significa nada, son palabras vacías que no tienen valor sino no se acompañan de hechos. Es por los actos y no por las palabras que se conoce a la gente.
Si queremos respeto dicen los abuelos, respetemos. Respetemos la constitución, no le pasemos por encima para lograr nuestras metas o compromisos. No modifiquemos la constitución para beneficiar a una sola persona. No propiciemos que la sala cuarta vote a nuestro favor para cumplir encargos de “hermanos” mayores.
Respetemos las normas del Tribunal Supremo de Elecciones, no busquemos la ayuda de sobrados para permitirnos delitos electorales. Fomentemos la separación de poderes y no la acumulación. Escuchemos a los opositores. No permitamos que se queden impunes memorandos terroristas, el respeto se exige ante todo en casa.
No defraudemos a ciento cuarenta mil personas que presentamos una solicitud formal al TSE para llevar la ley de obtenciones vegetales a referendo. No etiquetemos de extremistas a los sardinaleños que defienden el agua, no usemos fondos públicos para campañas a favor de nuestras ideas o para exaltar nuestra imagen.
No fomentemos la falsedad informativa ni la ignorancia. Tratemos a los demás, sobre todo a nuestros opositores, como nos gustaría que nos traten a nosotros. Los opositores no son enemigos, solo son compatriotas que piensan diferente, pero nuestras acciones ruines los pueden convertir en acérrimo enemigos irrespetuosos.
* Comité Patriótico de Cartago
Fuente DiarioExtra.com
El énfasis es nuestro
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